Silvano Estacio: “Aquí hay todavía verde y pescado”

Silvano Estacio tiene 37 años y esta temporada jugará el torneo de segunda categoría con el club Toreros. El retiro no está en su mente por el momento, por eso tocó varias puertas de equipos buscando una oportunidad.

Reconoce que fichar por el equipo filial de Barcelona es un nuevo comienzo -a pesar de que siempre fue identificado con Emelec-. Por eso admite que le da mucha emoción y ansiedad entrenar con sus compañeros.

Es miércoles -un día antes del partido de presentación de Toreros- y en las canchas de Samanes realiza fútbol en espacio reducido. La mayoría de sus compañeros son jóvenes y por eso mete duro la pierna. Recibe el balón, mete el cuerpo y tras derribar a un rival marca un gol.

“Aquí hay verde y pescado todavía”, dijo Silvano pegándose en el brazo derecho.

¿Hasta cuándo esperas jugar?

Mi expectativa siempre fue seguir jugando, pero hace unos cuatro años, como había ingresado al Instituto para ser técnico, me incliné por ese lado y dejé el fútbol como jugador. Pero como son pocas las oportunidades para los técnicos ecuatorianos, opté por pedir oportunidades para seguir jugando.

El año pasado estabas en Atlético Samborondón, de segunda categoría.

Si. Pero no jugué porque el “profe” (Kléber Fajardo), a una semana para que inicie el campeonato de segunda categoría, decidió no contar conmigo.

¿Y cómo llegas a Toreros?

Fue más por la gestión del señor José Chamorro (representante de futbolistas). Él me vio jugar un amistoso y se dio la oportunidad de que hable acá (Toreros) y luego el profesor (Pablo) Trobbiani me vio en un entrenamiento y gracias a Dios lo convencí.

Con toda tu experiencia, te tocó otra vez probarte.

Prácticamente sí. Toqué muchas puertas (risas). No recuerdo a qué equipos no fui a buscar una oportunidad. Dos años estuve tocando puertas y se me cerraron, pero ahora estoy contento porque se dio ahora con Toreros.

¿Cuándo estudiaste para DT?

Cuando estaba en Emelec ya estudié. Yo me gradué entre 2012 y 2013. Pero seguí jugando, de ahí me fui al Deportivo Cuenca y luego al Mushuc Runa (2014). Después del Mushuc Runa me incliné por dirigir y busqué un equipo, pensé que podía, pero no se dio.

Pero sí has dirigido.

En 2015 pude dirigir un equipo: el Patria de Buena Fe. Llegamos hasta una etapa antes de llegar al zonal, pero fue una experiencia muy bonita. De ahí pensé que seguía y no se pudo. Pero yo estoy convencido de que las oportunidades se buscan. No me rindo, así me señalen por mi edad (37 años), ya que dicen que el fútbol es para jóvenes, algo que no comparto.

Te has fijado una meta (tiempo) para seguir como futbolista.

Sí, quiero jugar dos años más. Gracias a Dios, nunca he tenido una lesión. Ahora le estoy dando con todo acá (Toreros).

Jugaste en todas las posiciones: delantero, volante y lateral.

Sí, tuve la oportunidad de jugar bastante tiempo en Emelec y en ese tiempo para un joven era difícil llegar y entonces uno tenía que jugar donde el técnico lo requería. Y así fue. Tuve la oportunidad de jugar de marcador por los dos lados (izquierda y derecha), de volante central, de central (zaguero), de armado y delantero.

Pero iniciaste como delantero en las formativas de Emelec y hoy en la práctica te vi otra vez como ofensivo.

Sí, es ahí donde he podido despuntar, cuando inicié en las divisiones menores. En la sub-20 hice bastantes goles, como delantero.

Regresemos… ¿de dónde eres?

Yo nací el 16 de diciembre de 1981 en Esmeraldas. Mi papá -jugaba en ese tiempo en Macará- la envió a mi mamá de Ambato a Esmeraldas para que dé a luz. Y yo prácticamente habré tenido unos ocho días de nacido cuando me llevaron a Ambato y fue ahí donde hice toda mi vida, hasta los 15 años. Allá (Ambato) estudié e inicié en el fútbol.

¿Cómo fue tu infancia?

Muy bonita porque desde pequeño pasé vinculado al fútbol. Mi papá me llevaba a los entrenamientos y las concentraciones de Macará; yo tenía 5 años. Desde allí ya sabía lo que era un camerino, una concentración, un estadio. Ahí me vínculé al fútbol.

¿Qué fue lo más difícil?

No tuve muchas dificultades porque mis padres fueron trabajadores. Ya en mi juventud, en Guayaquil, fue un poco más difícil porque era complicado que mi papá consiga trabajo. Cuando se retiró del fútbol se dedicó al comercio de mariscos. Cuando vinimos a Guayaquil, ellos no me podían resolver para los pasajes, zapatos y las cosas que necesitaba para el fútbol, así que me tocó hacerlo.

¿Cómo hiciste entonces, aún eras joven?

Sí, más o menos 15 años. A veces me tocó subir por el torniquete del bus, pidiéndole permiso a los choferes. En esa época yo vivía en la 25, por la estación de la línea 44 y entrenaba en el colegio Simón Bolívar.

En esa época eras hincha, fanático, ibas al estadio.

Sí, claro. Era y soy hincha del Macará. Ese fue una obsesión, no haber jugado en el equipo (Macará) donde mi papá fue estrella. Toqué puertas, fui en calidad de probarme, pero nunca se dio jugar en Macará. Quizás por la edad o porque pensaron que era un jugador caro.

Pero ibas al estadio.

Claro, con mi mamá. Ella era fiel hincha de mi papá y siembre íbamos a ver jugar a Macará. Incluso tengo guardadas camisetas del Macará (risas). Siempre que me tocaba jugar contra Macará hacía todo lo posible por cambiar las camisetas y tengo algunas, otras las compartía con mi papá que también es hincha.

Muchos creían que eras hincha de Emelec.

Sí, yo estoy totalmente agradecido con Emelec. Nunca pensé vestir en estos casos la camiseta de Toreros y ahora me da gusto representar a una institución tan grande como Barcelona.

¿Cuándo dijiste que te ibas a dedicar totalmente al fútbol?

A los 17 años yo me gradué en el colegio Teodoro Maldonado Carbo y me dediqué totalmente al fútbol. Pero al salir del colegio, de parte del equipo (Emelec) nos mandaron a cinco jugadores a que hagamos el servicio militar. En ese tiempo había una conexión entre un coronel que era socio del club y quería a los mejores para que juguemos el interfuerzas (torneo entre los equipos de las tres ramas militares) y nos mandaron al cuartel. Fue una etapa que pensé que era mala. Mi papá recuerdo que me dijo que eso me ayudaría a formar mi carácter.

¿Fue fácil por ser jugador?

Para nada, al inicio fue complicado, fue difícil. Pero luego ya me di cuenta de que era lo mejor para mí. Formé mi carácter, mi actitud. Cuando salí lo hice con la decisión de hacer lo mejor en Emelec. Ese año quedé goleador en el campeonato de formativas, lo que me ayudó a llegar a primera categoría.

¿Dónde fue tu servicio militar?

Acá en el Quinto Guayas (Fuerte Huancavilca). En ese tiempo el coronel nos daba la chance de estar en el cuartel en la mañana haciendo la instrucción militar y por la tarde -de 14:00 a 18:00- entrenar en Emelec; los fines de semana salíamos para jugar los partidos.

¿Quién más fue contigo al servicio militar?

Fue Luis (Miney) Zambrano, Joffre Pachito, y otros más que no llegaron a ser profesionales.

Háblame del debut como profesional.

Fue en 2003 ante Técnico Universitario en el estadio (George) Capwell. Fue muy bonito porque debuté con gol. Ganamos 3-2.

¿Cómo festejaste ese gol?

Me dirigía el profesor Salvador Capitano y no era muy fácil jugar. Estaban de delanteros (Carlos) Juárez, Otilino (Tenorio), “Piquito” Valencia y Moisés Cuero; yo era el quinto delantero. Ese día el profesor me dio la oportunidad, y la metí. En ese momento el cuerpo se me fue al piso y me arrodillé. Recuerdo que el profesor se metió a la cancha a celebrar con los compañeros.

¿Por qué te decían el “Brujo”?

(Risas) Esa etapa (2006) de “Brujo” fue a propósito de la linda amistad que tuve con mis compañeros Carlos Quiñónez, José Luis Quiñónez, Franklin Corozo, Luis Zambrano, el “Flaco” Aguirre, Triviño, Elizaga. El apodo fue porque jugué todos los partidos del campeonato. Lo que pasaba era que si se lesionaba un marcador izquierdo, expulsaban a un volante o si se lesionaba un delantero, me metían a mí. Por eso yo jugué siempre. Entonces comenzaron a molestar diciendo que yo les hacia brujería a los compañeros para poder jugar, pero yo lo tomaba con gracia. Era un grupo muy sano.

¿Qué recuerdas de Sampaoli?

Todos los recuerdos con él son buenas cosas. Yo siempre he dicho que si un día vuelvo a dirigir cogería el ejemplo de Sampaoli y del profesor Quinteros. Con Sampaoli tuvimos la oportunidad de convivir un año entero; era un temático del fútbol y como persona, calidad.

Tuviste alguna experiencia personal con Sampaoli.

(Risas) Sí. Él siempre cargaba su tablet. Un día me lo encontré por coincidencia en el San Marino (centro comercial). Yo iba con mi familia al cine y me llamó. Yo me le acerqué y me dijo: “Mira que esta semana jugamos con Liga de Quito en Casa Blanca, ellos harán línea de tres y tú tienes que tapar al carrilero”. Yo le dije que estaba bien, pero no, él me dijo que me quede con él y que mande a mi familia al cine. Así vivía el fútbol el profesor.

¿Qué otros técnicos dejaron una huella en ti?

Algunos. El profesor Quinteros, aunque él fue el que dio la lista para que yo saliera. Pero después yo tuve una buena relación con él. Fue sincero y práctico lo que me dijo. Yo siempre admiro a las personas que son de frente y leales, que tienen algo que decir.

¿Y por qué saliste del equipo?

Porque me conformé con estar. Ya me daba igual si jugaba o no, si concentraba o no. Eso me dijo (Quinteros), y por eso lo admiro.

¿Fuiste indisciplinado?

No, nunca de los nuncas. Quizás por eso duré mucho tiempo en Emelec. Eso fue un punto a favor para mí, porque nunca di de qué hablar, ni a dirigentes ni a profesores. Siempre fui el primero en llegar a todo, ya sea a los entrenamientos o concentraciones. Y así mismo fui el último en irme. Siempre me cuidé.

¿Qué técnico te marcó en las formativas?

El profesor (Luis) Grimaldi. Un señor que me enseñó bastante, a valorar todo lo que hacía. Hasta ahora sigo esos consejos, a pesar de mi edad me sigo sacrificando como un muchacho. Y en esta parte quiero destacar la labor del profesor Pablo y Marcelo (Trobbiani) que me ayudaron mucho; los veo como las personas que me dieron la oportunidad de volver.

Toreros es un renacimiento.

Sí, prácticamente. Así como cuando Capitano me dio el chance de debutar. Y es lo que hemos conversado con el profesor Pablo. Yo con él estoy muy agradecido. He tocado puertas de equipos y ha sido difícil. Y en el equipo que menos pensé que me iban a dar una oportunidad lo hicieron. Así mismo le agradezco al presidente José F. Cevallos. Y al mismo tiempo quiero que mi hijo vea ese ejemplo y lo lleve a su vida.

Tu partido más importante.

(Risas) Tengo muchos en mente… Pero me quedo con el partido de mi debut. Fue una ansiedad enorme. Es como ahora, el partido que se viene con Aucas por la Copa Ecuador, créeme que lo estoy tomando como si fuera mi debut en primera categoría. Eso me llena de mucha emoción.

¿Y cómo festejarás si marcas?

Ya hice un gol en un partido amistoso y lo festejé como “Garañón” (personaje de TV). Siempre lo he festejado así.

¿Cuál ha sido el partido más triste de su carrera?

El último que jugué con Emelec en 2012. Fue contra Olmedo, yo ya sabía que no iba a seguir en el equipo. Ese día hice un gol y hasta se me salieron las lágrimas. A pesar de que ganamos fue el partido más triste que me tocó jugar.

¿Cuál fue el mejor gol?

Fue a El Nacional en el Capwell en 2009. En esa época no se me estaba dando la oportunidad y el profesor Perrone me ingresó faltando cinco minutos y el marcador iba 1-1. Al primer balón que recibí lo metí y ganamos 2-1.

¿Qué te dio el fútbol?

Muchas alegrías, me permitió viajar, conocer países. Me ha hecho sentir importante. Tener personas que te siguen, tener hinchas. Me ha dado tener una buena estabilidad por muchos años. Lo más bonito es saber que la gente se acuerda, saluda y pide autógrafos.

Y te quitó…

Tiempo de no poder compartir con mi familia. Por motivos de viajes y concentraciones. Estuve ausente en momentos especiales.

La selección fue un tema pendiente.

Sí. No estuve nunca en un llamado. En esos tiempos no se fijaban tanto como ahora, no había las oportunidades de ahora. Ya tenían una base y con esa se quedaban.

¿Qué amigos te dejó el fútbol?

(Risas) Amigos durante la etapa de futbolista, sí; pero cuando ya no estás te das cuenta de quiénes son tus amigos. Ahí conoces quiénes están contigo. Son contados con los dedos de la mano: Luis Zambrano, que es mi compadre; Fernando Gaibor, que lo conocí de pequeño; Énner Valencia, también compadre mío. Y por ahí se me escapa alguno. También hemos hecho una linda amistad con Jordan Jaime, siempre dándole consejos. Y de ahí la familia, mi papá siempre ha estado conmigo, en las buenas y en las malas.

¿El mejor equipo que tuviste?

Hubo algunos, pero me quedo con el de 2006 en Emelec, por los momentos vividos y por el sacrificio. Ese año estuvimos con Carlos Torres Garcés. Llegaron (Marcos) Mondaini y (Luis Miguel) Escalada. No había dinero y siempre nos debían tres o cuatro meses. El grupo humano se unió y sacamos adelante al equipo.

Ese año le ganamos a Barcelona en el Monumental, y eso nos dio impulso.

¿Qué hay de Silvano Estacio Jr?

Silvano prácticamente lleva la misma niñez que yo tuve: ir al estadio, a concentraciones. Recuerdo que una vez lo llevé a un Clásico en el Capwell y en la mitad de la cancha levantó las manos antes que nosotros y se me puso la piel de gallina. Mis compañeros me decían que está para grandes cosas. Ahora que lo veo maduro y formado me doy cuenta de que hice un buen trabajo. Por un golpe se perdió el Sudamericano Sub-17, pero espero que vaya al Mundial. (I)