“Hay que castigar a los corruptos en las elecciones y no votar por ellos”

Alberto Precht, director deChile Transparente, participó en el acuerdo por la Transparencia organizado por la Fundación Ciudadanía y Desarrollo. Él conversó con este Diario sobre la corrupción.

El BID calcula que se llevaron 70 mil millones de dólares por corrupción. ¿Cómo salir de ese pantano?

Primero, aunque sea doloroso, hay que conocer la verdad. Muchas veces lo que ha ocurrido en América Latina es no conocer toda la verdad, aunque sea gigante.

Hay que actuar con una justicia independiente; castigar al corrupto en las elecciones y no votar por ellos; y una colaboración de la comunidad internacional para reconstruir el tejido democrático de un país ante el fenómeno de la corrupción. Hay que limitar al corrupto para que no lleve a cabo sus fechorías.

¿Cómo hacer que el corrupto no lleve a cabo sus fechorías?

Aislándolo desde el control social, es decir que el corrupto sea mal mirado. Desde el pequeño corrupto que copia exámenes en la escuela hasta el gran corrupto. Cuando eso falla está el control legal que sanciona la corrupción. Los delitos de corrupción no son solo contra el patrimonio fiscal, sino contra la democracia. Por lo cual su sanción debe ser muy alta en el sistema penal.

Uno de los focos de corrupción también está en los gobiernos locales. ¿Cómo prevenir ese fenómeno?

En Chile hemos analizado mucho este tema. Los gobiernos locales son el lugar de mayor riesgo de corrupción, son los municipios porque muchas veces las autoridades detentan todo el poder y el control se hace más difícil.

Pero hay que avanzar y eso significa tener una ciudadanía más activa y empoderar a los órganos de control, que no tienen las herramientas para prevenir la corrupción.

¿Qué pasa cuando un país naturaliza la corrupción?

Es lo peor que puede pasar. Lo vemos todos los días en pequeños y grandes casos de corrupción. Se necesita un examen de conciencia: porque algo se haya hecho toda la vida no significa que está correcto.

Así las sociedades cambian. Quizá algo que no considerábamos corrupción hace cinco años, hoy sí lo sea porque los estándares de juicio ético que hacen las sociedades también son cambiantes. (I)