El planeta y el ser humano se encuentran en una crisis existencial por las consecuencias del cambio climático. Inundaciones, sequias, enfermedades, la pérdida de glaciares y de hábitats son efectos que se están viviendo en Ecuador y el mundo entero. Los gobiernos tienen que tomar de manera urgente decisiones tajantes para el futuro de la humanidad.
Un paso importante para mitigar las consecuencias del cambio climático es descarbonizar las economías del mundo. Esto significa preservar las industrias actuales, pero basarlas en fuentes energéticas renovables, y equilibrar las emisiones restantes con la siembra de árboles, el cambio de prácticas, y las tecnologías de captura de carbono.
Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), sólo con una política de cero emisiones netas se logrará para el 2050 el propósito de descarbonización, y prevenir así el aumento de la temperatura global en 2°C. No rebasar esta marca es crucial para evitar nuevas catástrofes climáticas con graves consecuencias para el ser humano.
Ante esta crisis, naciones como Argentina, Canadá, Japón, la Unión Europea, y otros 35 países se han declarado en emergencia climática desde el 2019. De otra parte, los miembros del G7 se comprometieron a reducir sus gases de efecto invernadero de un 40% a un 70% en 2050, tomando como línea base las emisiones del 2010. Otros 100 países de América Latina y el Caribe (ALC) aspiran a la carbono-neutralidad para mediados de este siglo. Entre los firmantes de este acuerdo están Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Granada, Jamaica, Panamá, Uruguay y Ecuador.
Descarbonizar la economía requiere de una estrategia a largo plazo, que defina acciones concretas e identifique áreas prioritarias.
Las acciones de descarbonización se enfocan en sectores como energía, transporte, agricultura, construcción y reforestación. El fomento agresivo de una cultura de eficiencia energética, la inclinación del balance energético a favor de las fuentes renovables, el desarrollo de un sector agropecuario bajo en emisiones, detener la deforestación y revertirla con la siembra masiva de árboles, son acciones esenciales para reducir las emisiones inmediatamente. Crecimiento económico y generación de empleo
A estas medidas se suma también la operación de medios de transporte cero emisiones, la aplicación de equipos tecnológicos que permiten captar el carbono del aire, ampliar la oferta de transporte público y digitalizar servicios.
Contar con una hoja de ruta que establezca una estrategia a largo plazo, defina acciones concretas e identifique áreas prioritarias, es un imperativo para que cada país de paso a una descarbonización exitosa.
No obstante, la transición de los países a cero emisiones netas cambiará radicalmente su panorama productivo, fomentando su crecimiento y abriendo nuevas plazas de trabajo. De acuerdo al BID, esta transición ayudará a crear en ALC hasta 15 millones de nuevos empleos netos, sobre todo en los sectores de energía, construcción y manufactura. Se estima, además, que la agricultura baja en emisiones podría generar otros 19 millones de empleos en la región.
Los beneficios adicionales de un aparato productivo verde y eficiente, pasan también por ser más competitivos en los mercados internacionales y atraer financiamiento, a través de fondos verdes o multilaterales.
Los principales socios comerciales de ALC, como China, la Unión Europea y EEUU, prestan cada vez más atención a la neutralidad de carbono de los productos de origen que arriban a sus mercados. Justamente, Costa Rica es el primer país de ALC que cuenta con un Plan de Descarbonización con el que prevé adjudicarse USD 41 mil millones de beneficios líquidos para el 2050.
Ecuador ya percibe los primeros beneficios de una política a favor de la descarbonización, pero sigue dependiendo altamente de los combustibles fósiles.
El Ecuador, a pesar de que ha dado sus primeros pasos, sigue siendo un país altamente dependiente de los combustibles fósiles. Según Petroecuador, en el 2020 se quemaron en el país 74 millones de barriles de hidrocarburos, una disminución del 18% comparado con el 2019, que se explica principalmente por las restricciones de movilidad de la emergencia sanitaria.
El 57% de los combustibles del país son consumidos por el sector transporte. Los otros dos grandes consumidores son los hogares con el 17%, y la industria con el 10%. Mientras que el transporte utiliza gasolinas y diésel, los hogares requieren mayoritariamente GLP. La industria en cambio consume ambos, GLP y diésel.
Por otro lado, destaca la generación eléctrica del Ecuador. De acuerdo al balance energético nacional 2019 del Ministerio de Energía y Recursos No Renovables, la nación consigue producir electricidad en un 90% de fuentes limpias.
Además, se observa una creciente aceptación de los medios de transporte eléctricos en Ecuador. Las ventas de vehículos eléctricos crecieron desde el 2016 en promedio un 7.5%, y las ventas de motocicletas eléctricas en promedio un 34% desde el 2018.
Este desempeño motivó al BID a aprobar en diciembre 2020 una línea de crédito de USD 33 millones para financiar proyectos de electromovilidad, que se sumaran a los incentivos fiscales que otorga el gobierno ecuatoriano a favor de estos nuevos medios de transporte.
El futuro y el bienestar del ser humano depende de la descarbonización de las economías. Una economía basada en cero emisiones netas ofrece la oportunidad de un desarrollo sostenible que permitirá responder a los problemas de desigualdad, pobreza y desempleo, agravados por la COVID-19. Ecuador ya percibe las primeras ventajas de esta política, y requiere progresar en el consumo de combustibles fósiles del sector transporte. Crecimiento económico y generación de empleo