«Ya no hay vidrios, solo lágrimas»: Los residentes de Mariúpol intentan reconstruir sus vidas tras los enfrentamientos
Mientras los militares de Rusia y la República Popular de Donetsk afirman haberse acercado al último bastión de las tropas ucranianas en Mariúpol, la fábrica metalúrgica Azovstal, el equipo de RT visitó varios barrios de la ciudad, donde los intensos combates han traído muerte y destrucción.
Los testimonios de civiles que se esconden en los sótanos son similares en cualquier parte de la urbe. Tienen miedo de salir de sus refugios y dicen que muchos de ellos tienen escasa movilidad. Por lo tanto, su opción es seguir viviendo allí.
Una de las habitantes locales dijo:
Todo está mal. Mi marido está impedido, está todo hinchado. Tiene las piernas inflamadas. Los enfermos viven en sótanos. Todo está mal
Otro, un anciano discapacitado, relató: «Antes podía caminar. Me movía. Pero me caí dos veces cuando estaba a oscuras y me rompí la pierna. Ahora me duele al andar». Su esposa, que también apenas puede caminar, explicó que la pareja lleva un mes en el sótano. «Me iría a la ribera oriental, allí vive mi hija, pero no podemos», señaló.
Aunque es difícil y traumatizante, vivir en los sótanos no es el aspecto más duro de la situación actual que vive la ciudad. En toda urbe se hacen cementerios improvisados en los patios de edificios residenciales. El equipo de RT habló con un hombre que estaba cavando una fosa y descubrió que estaba preparando un entierro:
Cuando estaban bombardeando, terminé junto a una anciana. Tiene una hija que vive en otra parte de la ciudad. No aparece desde hace un mes y medio. Luego la anciana dejó de caminar y me quedé cuidándola. Le traía agua y le cocinaba. Y este mañana vine y había muerto. Ahora le estoy cavando una tumba
Los enfrentamientos cambiaron drásticamente la vida en la ciudad. No obstante, algunos residentes ya han empezado a arreglar sus patios.
«Aquí sembré unas flores, ¿las ve? Ya están amarillas, y los tulipanes. Todo estaba muy bonito, pero cayó un proyectil. Y ahora hay una cosa metálica ahí. Ya no hay vidrios, solo lágrimas», comentó una mujer barriendo el patio de un edificio con pedazos de metal y cristal.