Un plan para usar carbón en plantas eléctricas reaviva el debate sobre el modelo energético de México, altamente dependiente del gas de EE.UU.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció la compra de carbón para reactivar plantas eléctricas del país y desató revuelo en la opinión pública al declarar que las energías renovables eran un «sofisma» de los neoliberales para favorecer a las empresas privadas.
Las palabras de López Obrador fueron en respuesta a varios congresistas estadounidenses que se quejaron de la política energética impulsada por el Gobierno mexicano, que ha planteado el uso del carbón para fortalecer la soberanía del sector eléctrico, ante un incipiente desarrollo de las energías renovables en México.
El cruce entre el mandatario y la posición de los legisladores estadounidenses ha devuelto a la mesa de discusión el debate sobre la soberanía energética del país latinoamericano, cada vez más dependiente de EE.UU.
Molestia de congresistas estadounidenses
El pasado 22 de octubre, 43 congresistas estadounidenses enviaron una carta al presidente Donald Trump para protestar por la manera en que el Gobierno mexicano «está otorgando medidas regulatorias preferenciales a Petróleos Mexicanos (Pemex) y retrasando o cancelando permisos para compañías de EE.UU.»
Pemex es una compañía petrolera estatal de México que enfrenta serios problemas financieros, atribuidos por López Obrador a tres décadas de malos manejos y políticas de corte neoliberal.
#ÚLTIMAHORA Carta enviada por congresistas de EUA al presidente Donald Trump sobre la contra reforma planteada y que puede lacerar la relaciones con EUA bajo el TMEC. Así como la preferencias hacia PEMEX y CFE. pic.twitter.com/FuE2tCtfP5
— Petróleo&Energía (@petroleoenergia) October 23, 2020
Los legisladores estadounidenses también se quejaron de algunas iniciativas de legisladores mexicanos para echar atrás la reforma energética de 2014, que abrió el sector petrolero y eléctrico del país a la iniciativa privada y el capital extranjero.
De acuerdo con los congresistas estadounidenses, esta iniciativa de los legisladores mexicanos «viola y contradice el espíritu, no el texto, del acuerdo comercial T-MEC», firmado por México, EE.UU. y Canadá.
La carta también señala que las exportaciones de gas natural de EE.UU. a México se han triplicado en la última década, lo cual evidencia la dependencia creciente de los mexicanos a ese recurso. La queja de los congresistas estadounidenses ha sido interpretada como una muestra de las presiones que Washington ejerce contra el país latinoamericano para tratar de influir sobre su política energética soberana.
La respuesta de López Obrador
Sin embargo, el mandatario mexicano enfatizó el pasado domingo que el sector energético no forma parte del acuerdo del T-MEC.
«En el capítulo de energía solo quedó establecido en dos párrafos el derecho absoluto, soberano de México para decidir en materia de política energética», dijo el mandatario, en respuesta a la carta de los congresistas estadounidenses.
López Obrador alegó que en las pasadas administraciones «se propuso destruir a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con reformas para quitarles fuerza económica», con el objetivo de beneficiar a empresas privadas nacionales y extranjeras.
Asimismo, destacó que desde 1992 comenzó la privatización del sector eléctrico, por lo que sus antecesores en el cargo «empezaron a dar permisos para que empresas extranjeras generaran energía eléctrica» y la vendieran a México.
Por ese motivo, el presidente consideró que la subutilización de muchas plantas de energía en las últimas décadas, incluyendo las de carbón, se hizo de manera deliberada para favorecer a empresas privadas.
«Es lo mismo que pasa con las presas, con las hidroeléctricas que están subutilizadas: tienen capacidad para producir, pero no tienen autorización para despachar, para subir la energía eléctrica que produce la CFE, porque se protege a las plantas particulares«, dijo.
¿Un «sofisma»?
Sin embargo, la mayor polémica se produjo cuando López Obrador aseguró que la oposición política de su país ha recurrido al «sofisma» de las energías limpias, para atacar el plan de su Gobierno de reactivar plantas eléctricas de carbón y construir una nueva.
Para el mandatario, los promotores de las energías limpias han arremetido contra las plantas del CFE, al denunciar que «son viejas y contaminan», para impulsar otro tipo de inversiones que tienen menos impacto ambiental, «pero están subsidiadas, produzcan o no produzcan», con dinero público.
Una declaración y anuncio que detonaron críticas de los detractores y el respaldo de los simpatizantes del presidente.
“Las energías limpias son un sofisma (…) Vamos a comprar más carbón”: López Obrador pic.twitter.com/wSCdeuVWjHCualquiera que haya votado por esto, pensado que así iba a contribuir a proteger el medio ambiente, ya tendría que haberse desengañado.
— Pascal BeltrandelRio (@beltrandelrio) October 24, 2020
En el Día internacional contra el cambio climático se les ocurre decir qué hay que comprar más carbón y que las energías renovables son un sofisma.Negacionismos y populismos tienen en jaque al planeta, seguir quemando combustibles fósiles traerá escenarios muy catastróficos.
— Lorena Rivera (@lorerivera) October 24, 2020
¿Y si dan chance de que la #4T empiece por recuperar las hidroeléctricas, que son energías limpias y renovables y que los neoliberales abandonaron para hacerle el negocio a las transnacionales con sus granjas solares y marinolas eólicas? https://t.co/cubfzzSGCS
— Pedro Miguel (@Navegaciones) October 26, 2020
No obstante, hay otras críticas al proyecto de López Obrador, que tienen que ver con quiénes se beneficiarán de la inversión para el cambio de modelo energético.
Recientemente, la CFE anunció que el Gobierno comprará 2 millones de toneladas de carbón a 60 productores mexicanos, entre los que se encontrarían grupos cercanos al senador oficialista Armando Guadiana, que posee minas de carbón y ha sido uno de los principales promotores de la iniciativa.
La alta dependencia al gas estadounidense
Pero más allá del tema ambiental y político, también existe un factor geopolítico tras la decisión de reactivar las plantas eléctricas de carbón.
En 2019, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, aseguró que la CFE se encontraba «atrapada» al depender de gas natural para la generación de electricidad, ya que México no dispone de grandes cantidades de ese recurso.
Según el informe anual de la CFE en 2019, el 45 % de las plantas eléctricas en México dependen de gas natural; 15 % del carbón; 14 % de combustóleo; y otro 14 % de hidroeléctricas.
«En el caso específico de México, es importante señalar que ha aumentado la preocupación sobre el riesgo que implica la creciente dependencia de las importaciones de gas natural», señala un informe de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).
Entre los países con alta dependencia externa de gas natural, México es el que más requiere en mayor proporción de un solo país, al importar el 90 % de su consumo desde EE.UU., de acuerdo con datos de la CNH. Pero no siempre fue así.
En 1980, México era el país con mayor seguridad energética del mundo, mientras que EE.UU. se ubicaba en la posición 12, según datos del Global Energy Institute. Para 2018, esas cifras se invirtieron: el país latinoamericano ocupaba la posición número 11 a nivel global, mientras que el territorio estadounidense se situó en el primer escaño, tras su incursión armada en Medio Oriente.
De ahí que, si bien resulta polémica la decisión de utilizar carbón como alternativa, la alta dependencia de México al gas proveniente de EE.UU. haya sido un factor crucial para que el Gobierno mexicano busque tratar de poner orden en sus plantas de generación eléctrica.
Manuel Hernández Borbolla
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