Un experto cree que con un nuevo presidente Corea del Sur seguirá una «política de ignorar estratégicamente» al Norte y explica por qué
Yoon Suk-yeol, exfiscal general de Corea del Sur y principal candidato de la oposición, fue declarado a principios de marzo vencedor de las elecciones presidenciales del país asiático y se espera que con su investidura, programada para el próximo martes, 10 de mayo, Seúl adopte una nueva posición hacia Pionyang.
«Parece que, en la práctica, los partidarios de la ‘línea dura’ del entorno del presidente electo de Corea del Sur, Yoon Seok-yeol, llevarán a cabo una política que no sería exactamente una ‘política de paciencia estratégica’, sino más bien una ‘política de ignorancia estratégica’ de Corea del Norte. De hecho, los contornos de esta política ya son visibles ahora», señala Andréi Lankov, profesor de la surcoreana Universidad de Kookmin.
El experto precisó que la denominada «política dura» que se espera del nuevo Gobierno solo es posible en teoría, pero llevarla a la práctica va a ser una tarea difícil por varias razones. Una de ellas es que Seúl ya ha agotado todas las posibilidades de ejercer presión con sanciones sobre su país vecino.
¿De qué posibilidades se trata?
Lankov precisó que anteriormente existía una serie de proyectos económicos conjuntos entre las dos Coreas que financiaba el Sur. Por lo tanto, Corea del Norte, por regla general, tenía un interés considerable en preservarlos, mientras que Seúl los consideraba como posibles palancas de influencia sobre Pionyang. Sin embargo, actualmente todos esos proyectos dejaron de existir debido al conflicto entre ambos países, y Corea del Sur ya no puede presionar al Norte amenazándolo con privarle el acceso a ellos.
Por otro lado, Seúl tampoco puede introducir sanciones adicionales en el ámbito comercial, ya que el intercambio de mercancías entre ambos países cesó hace tiempo y difícilmente se restablecerá en el futuro. En teoría, Yoon Seok-yeol podría realizar acciones destinadas al cambio de régimen en Pionyang aumentando drásticamente el volumen de las operaciones propagandísticas dirigidas a las audiencias de Corea del Norte, pero existen varios motivos por los que la escala de tales actividades sería muy reducida.
A día de hoy, Corea del Sur interpreta las acciones activas dirigidas a un cambio de régimen en su país vecino como extremistas y trata de evitarlas o llevarlas a cabo en un número bastante limitado, precisa Lankov. Asimismo, Seúl tampoco pretende la reunificación del Norte y el Sur, ya que, según el experto, «está claro para todos que la unificación costará mucho dinero y tendrá graves consecuencias sociales«.
A los políticos surcoreanos y a sus asesores tampoco les interesa provocar la inestabilidad de Pionyang, ya que es probable que el lídear norcoreano disponga de una potente reserva de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva. «Nadie quiere una guerra civil en un país nuclear vecino», señala el profesor. Teniendo eso en cuenta, los futuros funcionarios de la Administración de Yoon Seok-yeol ya enfatizan que la cooperación y el compromiso económico con Corea del Norte solo será posible si Pionyang «toma medidas serias hacia el desarme nuclear», un requisito absolutamente utópico.
«Por lo tanto, se puede suponer que durante el gobierno de Yoon Seok-yeol los contactos entre los dos Estados coreanos estarán congelados«, concluyó Lankov, agregando que «no se puede descartar que [las interrelaciones] permanezcan en este callejón sin salida durante los cinco años en los que Yoon Seok-yeol liderará el país».
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