Un experimento evidencia cuál es el mejor plazo límite para evitar la procrastinación y completar las tareas
Un equipo de investigadores ha descubierto que las personas suelen responder con más rapidez cuando no se les da un plazo o cuando se les da un plazo corto, mientras que cuando se les da un plazo largo parece ser un permiso para posponer las cosas.
El estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) y publicado en la revista Economic Inquiry, buscaba comprobar, a través de un estudio de campo, el efecto no monótono de la duración de los plazos en la finalización de las tareas.
Los participantes fueron seleccionados al azar del censo electoral neozelandés. Cada persona recibió una carta en la que se le pedía que completara una encuesta en línea sobre donaciones benéficas, que le llevaría unos 5 minutos. A cambio, recibirían una pequeña recompensa monetaria que podrían donar a diferentes organizaciones sin ánimo de lucro.
Se enviaron tres correos diferentes, que abarcaron a 1.092 personas en cada caso: los participantes tenían una semana, un mes o ningún plazo fijado para responder. Los resultados demostraron que la tasa de respuesta fue más baja para el plazo de un mes y más alta cuando no se especifica ningún plazo. La ausencia de plazo y el plazo de una semana dan lugar a un gran número de respuestas tempranas, mientras que con la concesión de un plazo de un mes «parece que se les da permiso para procrastinar».
Implicación política de los resultados
Según los investigadores, los resultados tienen importantes implicaciones políticas tanto para maximizar las tasas de respuesta de las encuestas como para las donaciones benéficas. Si las organizaciones sin ánimo de lucro desean obtener la mayor ayuda y apoyo posible del público, tal vez deberían evitar fijar cualquier plazo.
«Los plazos seleccionados adecuadamente pueden señalar la urgencia y la importancia de la tarea, lo que aumenta las posibilidades de completarla, ya que es probable que la gente haga las cosas antes», señaló el coautor Marosh Servátka, del Laboratorio de Economía Experimental MGSM de la Escuela de Negocios Macquarie, en Australia. «Esto es especialmente importante en situaciones que no cuentan con recordatorios naturales, porque una vez que la gente pospone la tarea, puede olvidarse de ella«, agregó.
Los investigadores interpretan esto como una prueba de que especificar un plazo más largo, frente a un plazo corto o ningún plazo, «elimina la urgencia de actuar que suele percibir la gente cuando se le pide ayuda». Por lo tanto, las personas posponen la tarea, y «como no están atentas o se olvidan, el aplazamiento da lugar a menores tasas de respuesta».