Tipos de gastos: cómo clasificarlos, reducirlos y optimizarlos
En este artículo veremos qué tipos de gastos existen, cuáles son las principales características de cada uno de ellos y cuál es la mejor forma de mantenerlos bajo control. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Además, si quieres conseguir la libertad financiera, te explicaré por qué deberías prestar la misma atención al aumento de tus ingresos que a la reducción de tus gastos.
Pero, antes de nada, vamos a empezar definiendo brevemente qué es un gasto.
Índice
¿Qué son los gastos y por qué son tan importantes?
Un gasto es cualquier salida de dinero que se destina a una finalidad específica, habitualmente a la compra de bienes o servicios.
Por tanto, llevar a cabo una buena gestión de los gastos es esencial para vivir con tranquilidad, poder empezar a invertir y, en última instancia, caminar hacia la libertad financiera.
Esto es aplicable a cualquier persona y a cualquier situación.
Y es que, sea cual sea el nivel económico de partida, una mala administración de los gastos puede acabar en ruina con bastante rapidez. De igual modo, una gestión inteligente de gastos e ingresos puede revertir situaciones realmente desfavorables.
Como siempre, recuerda que, si quieres seguir profundizando en estos temas, puedes suscribirte a mi newsletter gratuita. Así podrás estar al día de todos los nuevos artículos que vaya publicando sobre este y otros temas de finanzas e inversión.
Tipos de gastos: ¿cómo podemos clasificarlos?
Fundamentalmente, existen dos grandes formas de clasificar los gastos: de acuerdo con su contenido y según su periodicidad.
Veamos qué gastos encajan en cada una de estas clasificaciones:
#1. Tipos de gastos según su contenido
En este caso, tendremos en cuenta el objeto o contenido del gasto para clasificarlo. Es decir, a qué tipo de bien o servicio se destina esa salida de dinero.
De este modo, podemos encontrarnos, entre otros, con los siguientes tipos de gastos:
A. Vivienda
Aquí entrarían fundamentalmente los gastos de alquiler o de hipoteca (aunque, en este segundo caso, podría tratarse como una inversión más que como gasto propiamente dicho).
Se pueden encajar también en este primer grupo los gastos de reparaciones y mantenimiento y otros tipos de gastos en el hogar que tengan características similares.
B. Comida
Este segundo tipo de gastos abarca todo lo relacionado con la compra de alimentos, ya sea en supermercados o en otros establecimientos.
Habitualmente, suelen excluirse de este grupo los gastos en restaurantes, ya que tienen mejor encaje en el apartado de ocio.
C. Transporte
Aquí se incluirían los gastos de compra, mantenimiento y combustible del vehículo propio, o bien los gastos en transporte público, según los casos.
De nuevo, aquellos gastos de transporte relacionados con vacaciones y actividades recreativas, podrían encajar mejor en el apartado de ocio.
D. Suministros básicos
Esta cuarta clase de gastos se refiere al pago de suministros como luz, agua, gas, teléfono, internet y otros similares.
E. Ropa
Se trata de los gastos destinados a la compra de ropa y calzado, para cubrir las necesidades básicas de vestimenta de una persona o familia.
F. Educación
En este apartado encajarían todos aquellos gastos que se refieren a costes de educación propios o de los hijos.
Por ejemplo, gastos de matrícula, cuotas de colegios y de otras enseñanzas extraescolares, libros de texto, material escolar, cursos o certificaciones profesionales, etc.
G. Ocio
Finalmente, en este apartado se encuadrarían todas aquellas clases de gastos que se refieran a actividades de ocio, recreativas o de tiempo libre.
Por ejemplo: gastos en bares y restaurantes, hobbies, viajes de placer, deportes, etc.
#2. Tipos de gastos según su periodicidad
Una segunda forma de clasificar los distintos tipos de gastos es teniendo en cuenta su periodicidad. Es decir, cada cuánto tiempo se repiten.
Esencialmente, habría que diferenciar entre tipos de gastos fijos y variables, aunque pueden añadirse algunas otras categorías con ciertas características específicas:
A. Gastos fijos o recurrentes
Se trata de todos aquellos gastos que se repiten a intervalos fijos, ya sea con carácter mensual, anual o cualquier otro.
Por tanto, son gastos perfectamente previsibles aunque no tengan por qué tener exactamente el mismo importe en todas las cuotas.
Así, por ejemplo, podemos mencionar aquí los gastos de electricidad, telefonía e internet, agua, gas, primas de seguros, impuestos periódicos, cuotas de gimnasio, mensualidades de colegios y otras actividades formativas, etc.
B. Gastos variables o extraordinarios
Aquí entrarían los gastos que no tienen una periodicidad fija, así como todos aquellos que surgen de manera aleatoria o excepcional, aunque no urgente.
Por ejemplo, podríamos pensar en la compra de un ordenador, un teléfono o una televisión; una salida a un restaurante; un viaje de ocio; regalos; etc.
Dentro de esta categoría, podemos observar ciertos matices diferentes en función de lo frecuentes que sean dichos gastos variables. Así, por ejemplo, tendríamos:
- Gastos variables habituales: serían aquellos que, sin llegar a ser periódicos, se repiten con relativa frecuencia. Por ejemplo, comer en un restaurante tres o cuatro veces al mes, cambiar de teléfono cada tres años o de TV cada diez, etc.
- Gastos variables excepcionales: aquí tendrían encaje aquellos gastos variables que surgen de forma extraordinaria y que incluso podrían no repetirse o hacerlo muy pocas veces. Algunos posibles ejemplos serían: realizar una donación extraordinaria a determinada causa benéfica, someterse a un tratamiento estético importante, etc.
En cualquier caso, no se trata nunca de gastos que tengan carácter urgente, como los que veremos en el siguiente apartado. Por tanto, siempre hay un cierto grado de voluntariedad que permite decidir cuándo y cómo afrontarlos.
C. Gastos de emergencia
En este caso, se trata de gastos excepcionales que surgen de manera imprevista y que requieren de una actuación rápida.
Piensa, por ejemplo, en la necesidad de acometer una reparación en el hogar ocasionada por una fuga de agua, en un gasto médico imprevisto no cubierto por el seguro, en la reparación de un vehículo, etc.
Este tipo de gastos puede ocasionar un gran problema para aquellas personas o familias que no cuenten con un «colchón» o fondo de emergencia destinado a cubrir estas posibles eventualidades.
D. Gastos «hormiga»
En esta categoría se incluyen todos aquellos tipos de gastos que son de pequeño importe, no estrictamente necesarios y que se repiten a menudo (con o sin una periodicidad fija).
Por ejemplo, el gasto en tabaco, el café a media mañana en el trabajo, suscripciones a diversos tipos de servicios online (Netflix, Spotify, videojuegos online, otros tipos de apps…), etc.
Aunque muchas veces los descuidemos o pasemos por alto, estos gastos «hormiga» pueden acabar suponiendo un importe significativo a largo plazo.
Si quieres saber más sobre cómo ahorrar, no dejes de leer este post.
Cómo controlar y reducir los distintos tipos de gastos
Como te contaba al inicio, para disfrutar de una buena salud financiera, es muy recomendable llevar a cabo una buena gestión de los distintos tipos de gastos.
Por supuesto, esto no quiere decir que tengas que vivir necesariamente con estrecheces o grandes privaciones, salvo que sea estrictamente imprescindible. Simplemente se trata de controlar las salidas de dinero y optimizar ciertos aspectos a los que no siempre prestamos la atención debida.
En este sentido, mis principales recomendaciones son las siguientes:
#1. Ajústate a tu nivel de ingresos
En la medida de lo posible, procura tener un nivel de gastos que sea sostenible a largo plazo, a la vista de tus ingresos actuales y previstos.
Por tanto, trata de hacer un presupuesto que te permita vivir sin agobios.
Un buen punto de partida sería, simplemente, llevar una sencilla hoja de gastos e ingresos que te ayude a controlar tus flujos de entrada y salida.
Además, en la medida de lo posible, deberías evitar recurrir a créditos al consumo o endeudarte con tu tarjeta de crédito.
#2. Reduce o elimina gastos superfluos
Todos aquellos gastos que no te proporcionen una verdadera utilidad, y sobre todo si son repetitivos, deberían ser eliminados lo antes posible.
No se trata de malvivir, sino de optimizar.
Por tanto, si ves que no estás utilizando un determinado servicio al que estás suscrito, o si estás desperdiciando recursos en aspectos que no te aportan prácticamente nada, procura cortarlos de raíz.
#3. Revisa cuotas de servicios y suministros
Gracias a la creciente competencia, hoy en día es posible negociar a la baja muchas cuotas por servicios como los de telefonía, internet, seguros de coche, salud y hogar; etc.
En este sentido, puedes intentar conseguir descuentos con tu compañía actual, agrupar servicios en packs más económicos, cambiarte de suministrador, etc.
Aunque no se trata de grandes ahorros, su carácter periódico hace que, a la larga, vayan a tener un impacto significativo, especialmente si destinas esos ahorros a la inversión.
Si no conoces los «casi mágicos» efectos del interés compuesto, te recomiendo echarle un vistazo al artículo enlazado.
#4. Elige bien el destino de tus ahorros
Si sigues los consejos anteriores, es probable que pronto te encuentres con un cierto remanente de dinero al final de cada mes.
Para algunas personas, esto significa (casi automáticamente) la posibilidad de comprar alguna cosa que siempre habían deseado, hacer un viaje, etc.
Aunque no hay nada malo en disfrutar de lo ahorrado, mi recomendación inicial es que trates de priorizar dos aspectos fundamentales antes de incurrir en gastos superfluos:
- Construir un fondo de emergencia: se trata de una reserva de dinero en efectivo que te permitirá afrontar cualquier eventualidad futura, que no entre dentro de los gastos previstos. Si no tienes un fondo de este tipo, cualquier gasto inesperado podría desestabilizar completamente la economía familiar. Lo ideal es que tu fondo te permita hacer frente a entre 6 y 12 meses de gastos, sin ninguna otra fuente de ingresos. En este post te explico más sobre cómo crear este fondo de emergencia.
- Ahorrar para invertir: una vez que cuentes con un buen «colchón» para imprevistos, deberías plantearte la posibilidad de ahorrar para invertir. Y es que, a diferencia del simple ahorro, la inversión te permite construir una cartera de activos que te van a generar una determinada rentabilidad a lo largo del tiempo.
Si estás dando tus primeros pasos en el mundo del ahorro y la inversión, quizás pueda interesarte echarle un vistazo a mi curso de educación financiera. Sin duda, puede ayudarte a definir mejor tus objetivos financieros, controlar tus gastos e ingresos y construir un fondo de emergencia suficiente y adecuado.
[Conclusión] El papel de gastos e ingresos para la independencia financiera
Para cerrar este recorrido por los diferentes tipos de gastos, es importante recalcar que, aunque el control de gastos es imprescindible para disfrutar de una buena salud financiera, no suele ser suficiente para alcanzar la libertad financiera.
En consecuencia, como te contaba en el apartado anterior, es incluso más relevante el destino del ahorro.
Y es que, al fin y al cabo, la reducción de gastos siempre tiene un límite.
Así, salvo que seas una persona extremadamente derrochadora, el nivel de ahorro potencial va a ser limitado (aunque muy notable, por supuesto).
De este modo, para acelerar el camino hacia la independencia financiera, es tanto o más importante tratar de aumentar los ingresos que continuar reduciendo los gastos.
Aunque para muchas personas pueda parecer casi imposible, muchas veces es más factible de lo que pudiera pensarse.
Además de la posibilidad de cambiar de trabajo o ascender en tu empresa actual, existen muchos otros tipos de ingresos que no están directamente vinculados con el trabajo. Conocerlos y aprovecharlos puede ser la mejor forma de empezar a transformar tu situación financiera de una forma más profunda y efectiva.