¿Por qué el presidente surcoreano se apresura a poner fin formalmente a la Guerra de Corea?
En las últimas semanas, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, ha planteado en repetidas ocasiones que la paz en la península coreana puede estar más cerca de lo que se piensa, a pesar de los constantes ejercicios militares que ponen en riesgo la seguridad en la región.
El jefe de Estado dijo la semana pasada que hasta el final de su mandato perseguirá un «camino irreversible hacia la paz» en la península coreana, para lo cual ha hecho llamamientos al diálogo y la cooperación con Corea del Norte.
Así, el pasado diciembre, durante una visita a Australia, el mandatario aseveró que Estados Unidos, China y Corea del Norte han acordado «en principio» declarar formalmente el fin de la Guerra de Corea, ocurrida de 1950 a 1953, y manifestó que Seúl presionará para que eso se haga realidad.
No obstante, «debido a que Corea del Norte exige una retirada fundamental de la política hostil de EE.UU. hacia el Norte como condición previa, no hemos podido entablar conversaciones», agregó.
Escepticismo frente al fin de la guerra
El anuncio de que los cuatro países podrían declarar formalmente el fin de la guerra causó un gran revuelo en los medios de comunicación. A ese respecto, sin embargo, es muy escéptico Konstantín Asmólov, investigador principal del Centro de Estudios Coreanos del Instituto del Extremo Oriente de la Academia de Ciencias de Rusia. En un artículo para New Eastern Outlook, Asmólov presenta cuatro razones claves que explican su parecer.
En primer lugar, señala que tras la declaración de Moon Jae-in, ni Washington ni Pekín ni Pionyang comentaron la iniciativa del presidente surcoreano. Y el hecho de que una u otra parte «no se oponga en principio», no significa que vaya a ocurrir en un futuro próximo.
Diversos expertos y medios de comunicación han cuestionado la base de la afirmación de que Corea del Norte estaría de acuerdo con la idea de Moon. La portavoz del Ministerio de Unificación de Corea del Sur, Lee Jong-joo, señaló que las dudas se basan en dos acuerdos previos entre los líderes de las dos Coreas y en comentarios de Kim Jong-un sobre su verdadero interés, que no radicaría en un acuerdo oficial entre ambas partes.
El silencio de Estados Unidos también puede interpretarse de diferentes maneras. El Korea Times cita a Kim Jun-seok, profesor de política y diplomacia de la Universidad de Dongguk, quien dice que EE.UU. no está interesado por el momento en una declaratoria de fin de la guerra, ya que el presidente Joe Biden querría mostrar una política diplomática fuerte, tanto a la comunidad internacional como al pueblo estadounidense, tras las críticas recibidas por la retirada de EE.UU. de Afganistán.
En segundo lugar, la declaración de Moon admite que para dar por finalizada la guerra se requieren discusiones y acuerdos «entre los países implicados, sobre el contenido de la declaración y sobre el tipo de proceso que debe seguirse tras la declaración».
Frente a todo ello, y a pesar de todo «el ruido» de las relaciones públicas, Asmólov considera que tales declaraciones no son sino palabras vacías, sin nada detrás. «El fin del régimen de guerra es una acción demasiado seria como para que no conste en un documento profundo y detallado, que explique todas sus consecuencias», asevera el experto.
En tercer lugar, resalta Asmólov, el actual entorno del derecho internacional, donde sobresale la falta de garantías, interfiere en la situación, por más que se redacte un documento al respecto. «Lo que Pionyang reclama no es un documento, sino un conjunto de consecuencias que surjan de la firma de ese documento. Pero como la política de Washington hacia Pionyang sigue siendo hostil, esas declaraciones no tendrán sentido ya que no afectarán el curso de los acontecimientos» agregó.
En cuarto lugar, el experto menciona que el principal beneficiario de una tal declaración no sería Corea del Sur, sino el propio presidente Moon.
John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional de EE.UU., confirma en sus memorias que la idea de poner fin formal a la Guerra de Corea fue promovida activamente no tanto por Kim Jong-un como por Moon Jae-in, quien hizo del tema parte de sus promesas electorales. En cambio, la cuestión de «lo que se hizo con lo prometido» no parece muy agradable para el presidente surcoreano. Además, la situación surcoreana, en ámbitos como el mercado inmobiliario o el desempleo, ha empeorado notablemente.
Como han demostrado los tres últimos años, sostiene el experto, a Moon y su equipo «sólo les interesan los patéticos actos ceremoniales que le permiten salir bien en las fotos y aumentar su índice político interno». En ese contexto, es vital para Moon cerrar su mandato presidencial con un acto de gran repercusión que le proporcione también una mayor inmunidad en el periodo postpresidencial, concluye Asmólov.
Pionyang incrementa su arsenal militar
Mientras tanto, Corea del Norte sigue modernizando su Ejército y llevando a cabo pruebas militares con armas de largo alcance. La nación anunció este martes que realizó con éxito la prueba de un misil «hipersónico», que voló 1.000 kilómetros y alcanzó su objetivo. Se trata del segundo lanzamiento de misiles que Pionyang lleva a cabo en menos de una semana.
«El lanzamiento de prueba tenía como objetivo la verificación final de las especificaciones técnicas generales del sistema de armas hipersónicas desarrollado», detalló este miércoles la Agencia Central de Noticias del país (KCNA), añadiendo que el líder norcoreano, Kim Jong-un, asistió a la prueba.
Kim instó a los científicos militares a «acelerar aún más los esfuerzos para aumentar constantemente el músculo militar estratégico del país, tanto en calidad como en cantidad, y seguir modernizando el Ejército», recoge KCNA.
El Consejo de Seguridad Nacional de Corea del Sur, luego de celebrar una reunión de emergencia, expresó un «profundo pesar por el último lanzamiento, que tuvo lugar en un momento en que estabilizar la situación política es muy crítico».