Perlas marinas: un lujo escaso que México busca proteger
La localidad Mexicana de La Paz (Baja California) es históricamente famosa por la gran cantidad de ostras perleras, pero la explotación desmedida de este molusco ha generado una grave crisis que actualmente los habitantes de la zona intentan controlar.
Los cronistas dicen que a finales del siglo XIX era muy común que en todas las familias de esta localidad hubiera alguien que se dedicará a la obtención de perlas marinas. Sin embargo, esa práctica casi desapareció debido a la extracción indiscriminada. Ahora, para que las perlas sigan vinculadas a sus tradiciones, los habitantes de esta región del norte mexicano han recurrido a su cultivo.
Según explica el asesor ambiental Jorge Iván Cáceres, para ello las ostras perleras son captadas del medio natural y sometidas a un proceso de injerto para generar la producción de perlas. «Se ponen en unos colectores. En estos se fijan las larvas de las ostras perleras en los momentos en los que desovan los gametos en el mar», explica.
Cuando estos organismos ya tienen cerca de un año y medio de edad son llevados a un laboratorio donde a través de un procedimiento quirúrgico se les introduce un núcleo de carbonato de calcio. «Este tejido se asocia con el resto del organismo hasta que tenemos después de dos años de cultivo la formación de una perla», añade Cáceres. Luego de aproximadamente cuatro años llega el momento culminante de todo este proceso de cultivo: la perla es extraída del molusco para su posterior uso en joyería.
Las autoridades mexicanas han impulsado programas para proteger estas especies. Actualmente se necesitan permisos especiales y no se pueden extraer si no es a través del método de cultivo. Por otro lado, los precios de estas perlas dificultan su masificación, ya que el costo de una unidad oscila entre los 100 y 500 dólares, aproximadamente.
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