Peluches confeccionados con ropa de personas fallecidas: El emprendimiento de una boliviana para ayudar en el proceso de duelo
En mayo de 2020, en medio del momento más fuerte de la pandemia del coronavirus y con la mayoría de los aeropuertos cerrados, la boliviana Ibeliesse Molina recibió la noticia sobre la muerte de su padre, Fernando, que padecía de una enfermedad crónica.
Su padre falleció en su natal Bolivia y, en ese momento, ella se encontraba en EE.UU. «No había vuelos, era imposible llegar», comenta Molina, oriunda de Cochabamba, pero actualmente residente de Santa Cruz de la Sierra.
«Me quedaron muchos sentimientos, frustración, culpa, enojo, por no haber estado en el último momento, de acompañarlo y poderle dar un abrazo, tomarle la mano», añade.
Más adelante, su madre le comentó que no sabía qué haría con las cosas de su padre. Ante esa situación, Molina le pidió una sola cosa: que le guardara una camisa en particular, una de color naranja con cuadros que, aunque su progenitora consideraba que era muy vieja, era con la que más recordaba a su papá.
Al principio no sabía que haría con la prenda, pero luego, tuvo la idea de hacer un oso de peluche con ella. «Uno cuando ve un osito le inspira abrazarlo, apapacharlo, apretujarlo o tal vez es el momento de volverse niño de vuelta y encontrar consuelo en ello«, cuenta a RT.
Entonces, hizo su oso con la camisa que era del señor Fernando. «El osito no está guardado, no está escondido, está a la vista; entonces lo veo, lo toco, lo abrazo, le hablo. Nunca va a ser lo mismo, pero ayuda», señala Molina.
De lo personal a lo colectivo
El oso de peluche fue un proyecto personal que Molina no pretendía extender. Su objetivo fue encontrarle una utilidad a la prenda de su padre para sentirlo cerca y así lo hizo; sin embargo, con el avance del coronavirus, comenzó a ver «la desesperación de la gente al despedir a sus familiares en una ambulancia» o «gente esperando afuera de los hospitales, porque no podía entrar y despedirse de sus familiares, no podía acceder a la persona que ama», situación con la que se sintió identificada.
Entonces, decidió contar su experiencia y explicar lo que hizo para mantener cerca a ese ser querido que ha partido. Con ese testimonio, ofreció el servicio de hacer peluches para otros. A su emprendimiento lo llamó ‘Sigo contigo’.
«Me quedé sorprendida porque tuvo muy buena aceptación», dice Molina y señala que, concretamente, ofreció el servicio en septiembre de 2020, comenzaron los pedidos y el 1 de octubre entregó el primer osito hecho para un tercero. Desde entonces no ha parado y las solicitudes siguen aumentando.
Los pedidos llegan de todos lados de Bolivia. La mayoría de las muertes son por covid-19, en un país donde han fallecido cerca de 18.000 personas durante la pandemia, no obstante, también hay casos de decesos por otras razones.
Además, no solo son muertes recientes, sino que también se han sumado a los pedidos familiares de personas que han partido hace muchos años. Muchos de los deudos, que conservan alguna prenda de su ser querido, encuentran consuelo en la idea de Molina y por eso le encargan los peluches.
Por cada peluche el costo aproximado es de 140 bolivianos (unos 20 dólares) y, aunque puede confeccionar cada producto en alrededor de un día o día y medio —mediante un proceso totalmente artesanal—, debido a la alta demanda que tiene actualmente, tarda tres semanas en entregarlos.
Escoger la prenda
Molina recomienda a las personas no apurarse en escoger cualquier prenda del fallecido, sino que los invita a hacer un ejercicio que ella misma hizo. «Yo cierro los ojos y veo a mi papá poniéndose esa camisa (la naranja con cuadros); entonces, traten de hacer el mismo ejercicio, cerrar los ojos y fijarse qué se está poniendo esa persona que partió y cuando lo encuentren, esa es la camina, la falda o el vestido que deben elegir para hacer el peluche».
Y, pese a que el osito es la figura principal que confecciona, también ha hecho otros modelos. Por ejemplo, cuenta que los hijos de un hombre que trabajaba en una avícola le pidieron que elaborara un gallo; otros familiares, por su parte, decidieron recordar a los suyos con cerditos, abejas y leones. Lo que importa es que cada una de las creaciones sea un ritual de paso ante la pérdida, un «sigo contigo» en tiempos difíciles.
Edgar Romero G.
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