Pastelerías mezclan los sabores de Asia con los de Occidente
Pastelerías mezclan los sabores de Asia con los de Occidente.
Para los asiáticos en Estados Unidos, es muy probable que las galletitas de la pastelería Sunday Bakeshop en Oakland les recuerden su juventud.
Tienen apariencia regular, sólo con semillas de sésamos encima. Pero por dentro, tienen un corazón cremoso reminiscente de las albóndigas fritas de sésamo típicas de los restaurantes chinos de dim sum.
La idea fue de la pastelera Elaine Lau, en honor a su abuela que solía cocinarlas. Pero usted no conseguirá los pasteles disponibles en el negocio de Lau — como los croissants de chocolate hojicha o las galletitas de caramelo chino — en ningún lugar de Asia, pues son un híbrido de la tradición culinaria asiática con la los sabores tradicionales de Occidente.
“Cuando hablamos con asiáticos de Estados Unidos u otras personas que han probado nuestros pasteles, comentan cosas como ‘Oh esto me recuerda mi juventud’”, relata Lau, de 35 años y nacida en Oakland.
“Para nosotros es muy agradable saber que les estamos trayendo recuerdos positivos, sentimientos positivos con nuestros pasteles”, añadió.
Hoy en día están aumentando las pastelerías dedicadas a la cocina particular de los estadounidenses de ascendencia asiática, ofreciendo manjares como los pasteles de ube o los muffins de mochi. Los productos se están convirtiendo en una dulce manera para que los asiático-americanos celebren la mezcla de culturas.
Ingredientes que de niños consideraban embarazosos están siendo combinados con sabores europeos o norteamericanos “tradicionales”, creando una nueva tradición culinaria. Para muchos de estos empresarios, es además una oportunidad para eliminar estereotipos culinarios y sociales, especialmente en esta era de odio antiasiático.
La experiencia de ser un niño inmigrante en medio de dos culturas sumamente diferentes inspiró el nombre de la Third Culture Bakery (“Pastelería de la Tercera Cultura”) en Berkeley. Abrió en el 2018, fundada por los esposos Wenter Shyu, de 31 años y Sam Butarbutar, de 32. Nueve meses después de conocerse, decidieron fundar la pastelería para ampliar el negocio de muffins al por mayor que tenía Butarbutar. El muffin de mochi perdura en el menú, gracias a las raíces indonesias de Butarbuta, combinadas con harina de arroz mochiko cultivado en California.