«Ojalá se traduzca en hechos»: Habla el argentino que recorrió 3.500 kilómetros en silla de ruedas pidiendo obras para personas con discapacidad
Una de las escenas más populares del cine estadounidense es cuando Forrest Gump, quien de pequeño tenía una dificultad para caminar, se echa a correr sin motivo aparente por todo el país norteamericano, de punta a punta. En el trayecto, suma seguidores inspirados y la atención de periodistas, que le preguntan si lo hace por la paz mundial, los desamparados, los derechos de las mujeres o los animales: «Tenía ganas de correr», contesta el protagonista.
En Argentina, la historia de Aníbal ‘Coco’ Urbano podría parecerse a la película, solo que este sudamericano, quien recorrió 3.500 kilómetros en su silla de ruedas, tuvo una motivación bastante clara: concientizar sobre la situación de las personas con discapacidad. Esto, frente a la necesidad de que el Estado construya obras para garantizar accesos a lugares que todavía no están adaptados, como las playas.
Este deportista paralímpico de 59 años partió el 17 de febrero desde la fría ciudad de El Calafate, al extremo sur, y llegó este domingo a Mar del Plata, sobre la costa de la Provincia de Buenos Aires, lugar donde vive. Utilizando solo sus brazos, la Travesía de la Integración pasó por más de 35 ciudades, despertando la curiosidad de transeúntes, reporteros zonales y, por supuesto, políticos, que no se perdieron la oportunidad de posar en las fotografías junto al protagonista.
COCO, LA SUPERACION COMO EJEMPLO!!!Hoy tuve el agrado de recibir la visita del atleta paralímpico Anibal «Coco» Urbano. Quien recorre su travesía de 3500 kilómetros en silla de ruedas, pasando por varias Ciudades, hoy le tocó a Zapala. pic.twitter.com/Uq3kiZ5vEC
— Carlos Koopmann (@CarlinKoopmann) March 12, 2022
«Lo más complicado fue el terreno, la altura de las montañas y el viento patagónico. Ha sido una travesía muy dura, por donde se la mire», le cuenta ‘Coco’ a RT. «No hubo manera de hacer un plan de trabajo, con ráfagas de 70 kilómetros por hora, una subida de cientos de kilómetros, se rompe cualquier táctica», agrega. El plan, básicamente era subir hasta no poder más, haciendo paradas de media hora para comer un poco, reponerse, y después «seguir y seguir».
«Ojalá se traduzca en hechos»
La marcha del argentino también se dificultaba en los tramos que tenían bastante tránsito, pero, a nivel psicológico, el mayor obstáculo estaba en los momentos de soledad: «Si te pasa algo, hay que esperar dos o tres días para resolverlo, es una desolación total», describe. Ahí, cuando Aníbal estaba en la carretera solamente consigo mismo, refugiaba su cabeza pensando en la familia, sus amigos y los momentos felices de la infancia.
«Yo no puedo decir que fui un chico discriminado. Tuve una familia que me contuvo y hermanos que me acompañaron. Si había escaleras, me subían mis compañeros«, recuerda. ‘Coco’ se infectó con el virus de la poliomielitis cuando era un bebé, a los nueve meses. En los casos graves, después de los síntomas iniciales, las secuelas de la enfermedad pueden causar complicaciones en el funcionamiento de las extremidades: «Me afectó las piernas. Tuve un tratamiento importante en el Instituto de Rehabilitación del Sur, y desde los tres años estoy en silla de ruedas», repasa.
Al terminar la escuela secundaria y entrar en la adultez, empezó a tomar conciencia sobre todas las falencias estructurales que hay para contener a las personas con capacidades físicas reducidas. Así, fue a una escuela de oficios y hoy trabaja como zapatero: «Hago calzados a medida, zapatillas ortopédicas», aclara. También abrió su propia escuela, apta para personas con discapacidad, donde enseña a crear y reparar zapatos. Igualmente, más allá de lo cotidiano, la mejor forma de que trascienda su mensaje es mediante hazañas deportivas.
Al transitar la Ruta 40, una imponente carretera conocida por estar rodeada de lagos, bosques y montañas, Aníbal recibía comentarios de todo tipo: «Y yo creía que estaba haciendo algo especial, pero vos estás loco», le dijo un motoquero, que venía recorriendo muchos kilómetros por el asfalto. Para ‘Coco’, lo más lindo fue toparse con otros viajeros inmersos en sus propias aventuras. Y su objetivo, el de llamar la atención, se cumplió: «Sin dudas ha generado movimiento en todo el camino», remarca. La gran pregunta es si alguien responderá a la consigna del paralímpico, construyendo las obras que tanto pide. «Ojalá se traduzca en hechos», dice.
«Una Vereda al Mar»
Antes de partir, el hombre de la silla de ruedas llevaba dos años de preparación, con análisis clínicos y nutricionistas, sumado a un entrenador de alto rendimiento, quien lo acompañó durante todo el viaje. Es que, ‘Coco’ no es ningún novato: ya había realizado siete travesías que parecían imposibles, siempre con causas sociales. Para comenzar, en 1994 puso a prueba su rodado en Alaska (EE.UU.), haciendo el trayecto Fairbanks-Anchorage, de unos 1.000 kilómetros. Al año siguiente triplicó la apuesta y atravesó 3.000 km entre La Quiaca, al extremo norte argentino, y Mar del Plata, en el centro del país.
En 1996 decidió unir las dos costas del Cono Sur, y salió desde Viña del Mar (Chile) hasta la ciudad de sus amores, logrando una marca de 3.100 km. Siguiendo su tendencia internacional, en 1998 partió desde la tierra marplatense hasta San Pablo (Brasil), quemando sus tríceps durante unos 2.800 km. En el 99, recorrió 37 municipios de la Provincia de Buenos Aires, que significaron otros 3.000 kilómetros en su historial. La hazaña más grande hasta ese entonces fueron los 4.200 km que recorrió desde la Antártida Argentina hasta, una vez más, Mar del Plata, en el 2001. Y, tras un largo receso, en 2017 ‘Coco’ viajó sentado desde las icónicas Cataratas del Iguazú hasta su ciudad, trasladándose unos 2.200 kilómetros.
Hoy, casi a los 60 años, el último logro de Aníbal toma un gusto especial: «Esta aventura fue insuperable, por el terreno, la distancia, la fuerza que hubo que poner y la capacidad como deportista». Cuando partió, el intendente del partido de General Pueyrredón —que incluye a Mar del Plata—, Guillermo Montenegro, dijo que recibiría al deportista con su propia bicicleta, y cumplió: «Me acompañó en los últimos 10 kilómetros, no sé si eso significa un compromiso», cuenta el entrevistado. «Me empujaron hasta el agua, pero no había un acceso completo, solo hasta la mitad, eso fue todo», agrega. De hecho, lamenta que tampoco se produjeran anuncios para la construcción de obras adaptadas para discapacitados en aquella urbe: «No hubo una promesa, eso no pasó».
🚴♀️ ☀️ Cuando despedí a Coco en el inicio de su travesía prometí recibirlo en bici al finalizar los más de 3500 kilómetros de recorrido, y así nos reencontramos. pic.twitter.com/nTpEdwaHR0
— Guillermo Montenegro (@gmontenegro_ok) March 27, 2022
«Acá, en Mar del Plata, las personas en silla de ruedas no podemos ingresar al mar a través de la arena», subraya. En otras ciudades cercanas, como Miramar, al recibir a Aníbal el intendente remarcó la construcción de 200 rampas y prometió «diseñar de cara a la próxima temporada soluciones» para que las personas con capacidad reducida disfruten de la costa atlántica. «El pedido concreto, es hacer accesos al agua, por eso el lema de la travesía fue ‘Una Vereda al Mar’. Cuando pasaba por ciudades con lago, era una Vereda al Lago. La idea es un balneario, de cualquier modo», enfatiza ‘Coco’. Ahora, mientras tiene su merecido descanso, le dice a este medio que ya está planeando otro desafío, aunque con menos exigencia física.
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