Mujeres superan sesgos en Hollywood con ayuda de Academia TV

Kaitlyn Yang sabe que es raro que las mujeres trabajen en efectos visuales, pero quería descubrir cuántas hay en realidad.

Al realizar un sondeo informal este año, revisó meticulosamente 24.000 perfiles de LinkedIn para supervisoras de efectos visuales en Norteamérica y encontró a 30. “Así que pueden hacer el cálculo”, dijo sobre el diminuto porcentaje que esto representa.

El resultado no es muy lejano al de investigaciones más profundas que demuestran que las mujeres están subrepresentadas en los puestos de trabajo detrás las cámaras, incluyendo escritura de guiones, dirección y producción, pese a los progresos recientes.

Un estudio de las 250 películas más taquilleras del Centro para Estudios de Mujeres en Televisión y Cine de la Universidad Estatal de San Diego, encontró que las mujeres representan el 6% de los supervisores de efectos visuales, 5% de los cinefotógrafos y 19% de los guionistas. Un reporte del centro sobre la temporada pasada de programas de televisión encontró patrones similares.

Yang, cuya perseverancia la llevó a la creación de su propia firma, Alpha Studios, es una de esas mujeres que están teniendo éxito en Hollywood. Eso mismo ocurre con Layne Eskridge, una exejecutiva de Netflix y Apple TV que acaba de lanzar POV Entertainment; la guionista Gladys Rodríguez, cuyos créditos incluyen “Sons of Anarchy” y “Vida”; y Sandra Valde-Hansen, cinefotógrafa de más de una decena de películas independientes.

Las cuatro tienen algo en común: hicieron pasantías en la industria a través de la Fundación de la Academia de Televisión, la rama benéfica de la academia que otorga los Emmy.

Para Valde-Hansen, la pasantía le permitió trabajar junto al veterano director de cinematografía Alan Caso, que fue parte de la aclamada serie “Six Feet Under”.

Aprender del hombre que creó un estilo cinematográfico para el programa la hizo pensar que la experiencia era “mejor que entrar a la universidad”, dijo. “La pasantía me abrió muchas puertas”.

El programa de la fundación ofrece 50 pasantías pagadas de ocho semanas durante el verano en producciones en Los Angeles para estudiantes universitarias de todo el país.

“Estamos muy orgullosos de haber ayudado a propulsar las carreras de esas mujeres excepcionales. Ellas son un testimonio del trabajo crucial de la fundación”, dijo Madeline Di Nonno, presidenta de su junta directiva.

Aunque las pasantes han hecho avances en sus respectivos campos, también han tenido importantes aprendizajes sobre Hollywood y los obstáculos para las mujeres y la gente de color. Yang, quien usa silla de ruedas por una atrofia muscular de la espina dorsal, tiene otros retos adicionales. En entrevistas recientes varias mujeres hablaron sobre sus experiencias y de cómo creen que podría evolucionar la industria.

EL CLUB AÚN EXISTE

Los sesgos pueden ser sutiles, o no.

Rodríguez recordó un momento en el que trabajó como asistente de guionista en programas que tenían equipos de escritores principalmente blancos y masculinos.

Los hombres en trabajos comparables al de ella eran “invitados a jugar ping-pong, pero a mí no me invitaban, o los invitaban a tomar tragos después del trabajo y a mí no”, dijo. “Definitivamente no era parte del club de chicos, así que eso me excluía de ciertas oportunidades”, como desarrollar ideas de historias.

Eskridge ha descubierto que los guionistas más viejos se pueden sentir incómodos con un ejecutivo que sea más joven y de raza negra. Ese pareció ser el caso con un creador de una serie de comedia que llevó a su oficina para una primera junta.

“Quizá pensó que era una asistente, pero cuando cerré la puerta y nos sentamos se dio cuenta que yo era Layne,” dijo. ”Él estaba muy nervioso, pasamos sentados unos dos minutos en lo que trató de calmarse. Creo que eventualmente dijo que necesitaba llamar a su agente y no iba a seguir con la junta”.

Yang, quien adquirió más prominencia tras crear su compañía, descubrió que no era lo que algunos esperaban.

Un hombre “estaba muy sorprendido de que estudié cine en USC (la Universidad del Sur de California), casi al grado de cuestionar si mi CV era inventado”, dijo. “Yo estaba como, ‘¿quiere ver mis préstamos estudiantiles?’”.

En realidad, las mujeres están bastante bien representada en la Escuela de Artes Cinematográficas de la USC. Este otoño eran un 56% de la matrícula, según datos de la escuela.

UN EMPUJÓN

Valde-Hansen dijo que tiene una deuda con el cinefotógrafo de Florida Tony Foresta, quien la contrató como su asistente cuando nadie más le dio una oportunidad.

“Recuerdo que cuando entraba a las compañías de alquiler (de equipos) literalmente me decían, ‘Oh, he trabajado con una mujer asistente de cámara mujer antes’ … como si fuera una extraterrestre”, dijo. “A veces era desesperante. Estaba muy agradecida de tener a esa persona que me vio, a diferencia de los demás”.

Luego que Rodríguez completó su pasantía, trabajó en “Cold Case” de CBS, creada y producida por Meredith Stiehm.

“No es que me ayudara, es más bien que me vio y no me desestimó”, dijo Rodríguez. Fue en ese programa donde conoció a Veena Sud, una “escritora maravillosa que se volvió una especie de mentora para mí”.

“Ella fue la primera persona que me llevó por aparte y me dijo, ‘yo leeré tus cosas si estás escribiendo’”, recordó Rodríguez. “Creo que Meredith la empoderó y pues ella me estaba retribuyendo al empoderarme”.

UN CAMBIO SISTÉMICO REAL

Una colega le dijo a Valde-Hansen recientemente que un director quería contratarla para un proyecto, pero el productor pensó que el presupuesto estaba fuera de su alcance, aunque la diferencia con otros proyectos en los que había trabajado era relativamente pequeña.

“Esto me ha pasado a mí. ¿Por qué? ¿Por qué sucede que cuando un hombre blanco hace una película por 500.000 dólares y le va muy bien, de pronto le dan un proyecto de 80 millones para una película de Marvel?”, dijo Valde-Hansen. “Eso tiene que cambiar”.

Rodríguez dice que cuando los estudios se quejan de que no pueden encontrar diversidad entre los guionistas, ella tiene listas enteras.

“Comienza desde arriba, con los ejecutivos percatándose de que tienen que hacer el trabajo de encontrar guionistas de color, contratar a escritores de color y darle oportunidad a la gente… de la misma forma en que le darían una oportunidad a un director o un guionista blanco”, dijo.

Eskridge recordó ocasiones en las que era “la persona de color con el puesto más importante en un edificio, y no soy presidenta o ejecutiva. Eso te demuestra que ese es un problema”.

Yang quiere que la industria piense sobre diversidad en cada aspecto de la producción.

“Entre más avanzas en los créditos (de una producción), es la misma vieja historia. No quiero ser la primera de unas pocas”, señaló.