Montaño: “Necesitamos una nueva visión de la integración”
Está en su despacho de la Universidad Andina Simón Bolívar preparando uno de sus discursos para la semana del Libertador, César Montaño, rector del centro de estudios superiores de posgrados, habló con este Diario sobre la integración regional. Esta semana la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea analizará la salida de Ecuador de Unasur.
¿La integración en América Latina está fragmentada?
La idea de integrarnos hoy está más presente que nunca en los discursos políticos, en las agendas de los gobiernos y en los planes de política exterior. Pero los gobiernos no han logrado poner sobre la mesa los intereses que van a compartir. Algunos tienen intereses que podrían manejarse de manera unilateral. En el más alto nivel de la política falta un encuentro sobre el proyecto que queremos en el momento actual. Todavía no se empatan los intereses comunes con los particulares.
Hay gobiernos latinoamericanos que buscan la integración económica más que la política.
El socialismo del siglo XXI en su momento buscaba concentrar de nuevo el poder en el Estado nacional. Es decir, recuperar soberanía, pero eso contradice el afán por una integración profunda. El proceso más consolidado en esa vía comunitaria supranacional es el de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Los países no tuvieron interés de que se reconozca una autoridad por encima de los Estados, pero eso es clave. La noción de supranacionalidad implica que autoridades por fuera del Estado definan cuestiones políticas a las cuales deben sujetarse las normas nacionales.
¿Qué pasó en la CAN durante esos gobiernos autodenominados del socialismo del siglo XXI?
La CAN ha sido frenada y ralentizada porque el socialismo del siglo XXI mandó a que los gobiernos concentren poder. Pero la CAN después de 50 años es el modelo de integración más completo porque implica institucionalidad, normativa jurídica, políticas y normas comunitarias y un sistema de administración de justicia, que es el Tribunal Andino.
¿Qué le pareció el fin de Unasur?
Se concibió más como una buena idea de integración, pero fallaban sus pilares fundamentales. Giraba más en la idea del potencial energético de Venezuela con asistencia y ayuda económica de ese país a otras naciones de la región. Tenía falencias institucionales y en la estructura jurídica. La CAN tenía que converger en Unasur, pero no lo hizo. También faltaban líderes políticos, primero fue Chávez, luego se pensaba que Lula podría asumir el tema, pero no le interesó a Brasil ni a su gobierno. Y Rafael Correa quiso seguir después de Chávez, pero fracasó en todo, en la presencia política y en impulsar Unasur.
¿Por qué fracasó Correa en la integración regional?
Si pensamos en una integración profunda como decían esos líderes, eso implica que el poder del Estado tenía que desdoblarse para reconocer a una institucionalidad por fuera del Estado y eso nunca hicieron. Eso pasó con Chávez, que salió de la CAN en 2006, e hirió casi de muerte al organismo. Luego pidió ser recibido en Mercosur. Los procesos de integración tienen un punto de vista de liberación de la economía. Por eso, las propuestas de Correa no fueron exitosas. Se necesitaban abrir fronteras, pero no se veía bien abrir los mercados en esos gobiernos. Tenían una línea proteccionista y de tratamiento bilateral de cuestiones políticas y comerciales. Por ejemplo, los acuerdos con Irán y otros países que nunca fueron socios de Ecuador.
¿Cómo mira los nuevos procesos de integración, como la Alianza del Pacífico o Prosur?
Después de esos gobiernos, la idea ha sido moverse más libremente en las relaciones exteriores. Esto ha llevado a que se ensayen procesos de integración que no manejan similares objetivos y entran en otras dinámicas, como la Alianza del Pacífico que no es un proyecto de integración. O Prosur que es un foro para seguir trabajando por la integración, pero no para apostarle a un solo proceso para profundizarlo. Pero la CAN es similar a la Unión
Europea (UE).
¿Por qué no podemos tener una Unión Europea en Sudamérica?
La factura de la no integración tienen que pagarla las élites políticas, económicas y los gobiernos. Ellos tienen la responsabilidad de llevarnos por el camino de la integración donde no haya retrocesos. Necesitamos una nueva visión de la integración. ¿Será acaso que el contexto y los objetivos de 1969 para el Acuerdo de Cartagena tienen vigencia 50 años después? Creo que no, hay que mirar otra vez la concepción. Pero hay una reingeniería en 2013 y un nuevo instrumento que definieron los presidentes en la
Declaración de Lima en mayo de este año. Son las líneas estratégicas para hoy: perfeccionar el mercado andino, la ciudadanía andina, la libre movilidad y residencia, el reconocimiento de títulos, el trabajo y emprendimiento sin ser tratados como extranjeros, sino como similares, terminar la doble tributación. Hay que sintonizar y armonizar políticas nacionales convergentes al objetivo de la integración. (I)