Miles de franceses exigen justicia para el gallo Marcel, muerto a tiros por un vecino que se hartó de su ‘quiquiriquí’
La comuna de Vinzieux, que en el sur de Francia reúne a unos 450 habitantes, se ha convertido en epicentro de la indignación de millares de franceses luego de que un vecino matara a tiros al gallo Marcel, en mayo de este año, por hartarse de su ‘quiquiriquí’, demasiado mañanero para su gusto.
El dueño del gallo asesinado, Sébastien Verney, lanzó una petición en línea en la que exije «justicia para Marcel» y llama a defender la vida rural. La iniciativa, con el subtítulo «Déjenos cantar«, ya ha reunido más de 76.000 firmas.
Verney comentó a AFP que los residentes de la comuna quedaron «profundamente conmocionados por este drama» y lamentó que «el modo de vida en el campo se ve cada vez más afectado por comportamientos que no son castigados». El inculpado, por su parte, admitió los hechos y será juzgado a principios de diciembre.
Entre tanto, Marcel logró, antes de morir, asegurar su descendencia, de manera que aunque ya no se escuche su voz, Vinzieux podrá oír la de cinco polluelos que dejó.
El gallo es en Francia un símbolo no oficial, pero presente incluso en los emblemas de sus equipos de fútbol y rugby. Así, el deceso de Marcel no es la primera batalla campal que en los juzgados se hacen eco de las tensiones entre la población rural y urbana del país.
El año pasado, en la isla de Oléron unos vecinos demandaron a la propietaria de Maurice, gallo que también cantaba demasiado temprano y molestaba con sus cacareos, pero la justicia se puso de parte del ave, a la que autorizó a continuar cantando por las mañanas.
Los demandantes resultaron ser una pareja de jubilados que acudían a su casa en la localidad rural solo para las vacaciones. «Hoy denuncian el cacareo, y mañana, ¿qué será? ¿Las gaviotas? ¿El ruido del viento? ¿Nuestros acentos?», criticó en aquel entonces el alcalde de Saint Pierre d’Oléron, Christophe Sueur.
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