¿’Médicos espías’ del Kremlin en Bérgamo? Rusia desenmascara una matriz de la prensa italiana que niega su ayuda ante la pandemia

El embajador de Rusia en Italia, Serguéi Rázov, dio respuesta este lunes a un reciente artículo del periódico La Repubblica, titulado ‘Bérgamo: virus, espías y vacunas’, en el que se especula que la misión humanitaria que envió Moscú a ese país mediterráneo en 2020, con especialistas militares en virología y epidemiología, así como equipos de desinfección para ayudar al Gobierno italiano a frenar la propagación del coronavirus, era, en realidad, una misión de espionaje, más propia de una guerra híbrida que habría tenido por objetivo rehacer el mapa geopolítico del mundo.

«En tres líneas y media de ese material se admite que ‘los soldados rusos en Bérgamo prestaron ayuda concreta, curando a decenas de pacientes en los momentos más oscuros de la historia moderna y desinfectando decenas de residencias de ancianos‘. Las casi 500 líneas restantes son una compilación de invenciones», dijo Rázov, quien en su argumentación decidió «remitirse a algunos de los hechos».

Ante la acusación de que los especialistas rusos utilizaron su laboratorio móvil para supuestamente analizar «la estructura genética del virus y enviar los datos cifrados a Moscú», el diplomático recordó que los rusos habían dado cuenta de esa instalación ya en aquel entonces, y afirmó que el laboratorio se dedicó «exclusivamente a vigilar la salud, perfeccionar las técnicas y las dosis de protección inmunitaria, el análisis de las pruebas PCR y el genotipado».

«Los autores [del citado diario] califican Bérgamo como ‘un campo de pruebas para nuevos conflictos híbridos’. Partimos del hecho de que es un lugar donde el pueblo italiano, que sufría una caída en desgracia, recibió ayuda desinteresada de los dirigentes y el pueblo de Rusia. Esta es nuestra principal discrepancia con la redacción del periódico», señaló Rázov.

«A continuación, quizás, viene la afirmación más ridícula y blasfema del material: ‘la vacuna Sputnik V nació del virus italiano‘. (¡¿Los rusos robaron el covid italiano?!)», siguió el embajador en carta dirigida al redactor jefe de La Repubblica, en la que ridiculizó los intentos de vincular el trabajo de la misión de su país con la rápida creación de la vacuna rusa anticovid que, según se desprendería del artículo en cuestión, solo habría sido posible gracias a los datos clínicos obtenidos «mediante el espionaje» de los rusos en Italia.

«Algo no cuadra. El periódico admite que fuentes sanitarias y militares de Italia confirman que ‘a los rusos no se les permitió sacar muestras de los hospitales donde trataban a los enfermos'», señaló el embajador, que luego subrayó que el desarrollo de la vacuna rusa fue «resultado de muchos años de investigación de otras enfermedades víricas».

Rázov resumió que «es bastante obvio» que el trabajo de los militares rusos en Italia, a lo largo de 46 días, aportó cierta experiencia para entender el peligro del covid-19, su velocidad y las características de la propagación. Una infección que, como sabemos, llegó a Rusia tres o cuatro semanas más tarde que a Italia, experiencia que los expertos rusos, naturalmente, utilizaron para desarrollar su propia respuesta interna a la pandemia.

«¡¿Pero cuál es el delito aquí?! Es una vía de cooperación absolutamente natural y generalmente aceptada, que, por cierto, continúa hoy en día», concluyó el embajador ruso, quien dio como ejemplo los ensayos clínicos de la Sputnik V en el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas Lazzaro Spallanzani, en Roma, con participación de especialistas rusos.