Marruecos afirma que la crisis no acabará hasta que España «aclare sus elecciones y posiciones» sobre el Sáhara Occidental
Marruecos ha reconocido abiertamente este lunes que el conflicto diplomático que mantiene con España no se debe tan solo a la presencia del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en suelo español para ser tratado de coronavirus, sino que tiene como raíz la situación del Sáhara Occidental. Asimismo, Rabat afirma que la crisis no acabará hasta que España «aclare sin ambigüedades sus elecciones, sus decisiones y sus posiciones» en relación a la antigua colonia española.
El titular de Exteriores, Nasser Bourita, ha asegurado en un comunicado que el conflicto «no está limitado al asunto de un hombre» y ha añadido que el problema son «las segundas intenciones hostiles de España con respecto al Sáhara, una causa sagrada de todo el pueblo marroquí». «Se trata ante todo de una cuestión de confianza y de respeto mutuo rotos entre Marruecos y España», continúa la declaración.
Por su parte, el presidente español, Pedro Sánchez, ha reaccionado al comunicado marroquí durante una rueda de prensa calificando las declaraciones de «inaceptables»: «No es admisible que haya un Gobierno que diga que se abren las fronteras para que entren 10.000 inmigrantes por discrepancias en política exterior«, ha recalcado el mandatario.
Un conflicto enquistado
El conflicto se remonta a 1975, cuando España abandonó la que hasta ese momento había sido su colonia y la mayor parte de ese territorio fue ocupado por Marruecos. Desde entonces el Sáhara Occidental está pendiente de una solución. El Frente Polisario, una especie de Gobierno en el exilio, reivindica su independencia bajo un Estado denominado República Árabe Saharaui Democrática, mientras Marruecos reclama su soberanía sobre esta región.
La ONU define este área como un territorio pendiente de descolonizar y solicita un referéndum entre la población saharaui. Hasta la fecha solo hay un país que ha reconocido la soberanía marroquí, y fue la administración estadounidense de Donald Trump, cuando ya era presidente en funciones después de haber perdido los comicios del pasado 20 de noviembre.
Sin embargo, la gota que colmó el vaso y que propició la demostración de fuerza de Marruecos fue que trascendió que Ghali se encontraba en España en una acogida humanitaria de la que no se había informado.
El martes Ghali deberá comparecer ante un tribunal de la Audiencia Nacional, acusado de los presuntos delitos de genocidio, torturas y terrorismo, pero el Ministerio de Exteriores marroquí ha asegurado que la grave crisis entre Madrid y Rabat no terminará con esa comparecencia.
Crisis migratoria
Semanas después de que se descubriera la presencia de Ghali en España, el país africano abrió la frontera con el enclave español de Ceuta –una pequeña ciudad de 85.000 habitantes al norte de Marruecos– provocando una crisis migratoria con la entrada irregular de casi 10.000 personas con la finalidad de comprometer no solo a España, sino también a la Unión Europea (UE), habida cuenta de que la frontera sur de España lo es también de Europa.
En el contexto de esta crisis se encuentra la situación geoestratégica de Marruecos, aliado clave de EE.UU. en la región y que obtuvo el espaldarazo de Trump a cambio de restablecer relaciones diplomáticas con Israel. Sin embargo, las relaciones con la UE no son tan fluidas y la carta del control migratorio es esgrimida como medida de presión ante el bloque comunitario, que hace años que ha apostado por la externalización del control de sus fronteras.