Los supervivientes del ataque aéreo en Etiopía recuerdan el «infierno» que vivieron durante el bombardeo del Ejército

La semana pasada, un ataque aéreo dejó al menos 64 muertos y 180 heridos en Tigray, una región del norte de Etiopía devastada por el conflicto interno. El Ejército etíope se atribuyó la responsabilidad del ataque que golpeó el concurrido mercado del pueblo de Togoga y que, según argumentan los militares, tenía como objetivo a combatientes de Tigray vestidos de civiles.

Maerg, empleado de una cafetería de Togoga, relató a la agencia AP que «había mucha sangre» tras el bombardeo, que mató a siete personas e hirió a unas 30 en el establecimiento. «Todo estaba cubierto de humo negro, era como un infierno», recordó.

Maerg dijo también que los supervivientes del ataque estaban «muy enfadados» al ver que los efectivos de las fuerzas gubernamentales impidieron el paso de las ambulancias que acudían en su ayuda. «Se podrían haber salvado muchas vidas», lamentó.

Según los trabajadores sanitarios, muchos afectados por el ataque fallecieron como consecuencia de que los soldados impidieron que los equipos médicos accedieran al lugar de los hechos para transportar a los heridos a los hospitales de la capital regional, Mekele, a 60 kilómetros de distancia. Se reporta que entre las víctimas hay muchas mujeres y niños.

Los supervivientes del ataque aseguran que todos los muertos eran civiles, rechazando la explicación de los militares. Un agricultor que resultó herido en el bombardeo dijo que «en el mercado no había combatientes, solo gente del campo que había ido al mercado».

El ataque se produjo un día después de que gran parte de Etiopía votara en las elecciones nacionales, pospuestas el año pasado debido a la pandemia. No obstante, observadores internacionales criticaron la detención de algunos representantes de la oposición y la situación insegura en algunas partes del país.

El pasado mes de noviembre en el norte del país africano estallaron los enfrentamientos bélicos entre el Gobierno central de Etiopía, respaldado por milicias eritreas, y el Frente de Liberación Popular de Tigray, partido que controla la región, dejando miles de civiles muertos.