Lavrov: «Occidente impone el totalitarismo en el mundo y adopta una postura imperial y neocolonial hacia otros países»

«Al intensificar las sanciones y otras medidas de presión ilegal contra los gobiernos soberanos, Occidente impone el totalitarismo en los asuntos mundiales y adopta una postura imperial y neocolonial en relación con otros países», sostiene el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en su artículo titulado ‘Sobre la ley, los derechos y las reglas’.

Como ejemplo de ello, Lavrov cita los documentos de las recientes cumbres del G7 en Cornualles (Reino Unido) y de la OTAN en Bruselas, en los que se establece «la promoción del concepto del ‘orden mundial basado en las reglas’ contrapuesto a los principios universales del derecho internacional, consagrados ante todo en la Carta de la ONU».

«Occidente evade con cuidado descifrar sus ‘reglas’, así como responder a las preguntas de por qué son necesarias si existen miles de herramientas del derecho internacional que todos han suscrito y que contienen obligaciones claras de los Estados y mecanismos transparentes para comprobar su cumplimiento».

Lo más bonito de las reglas occidentales es «la ausencia del carácter concreto» y, por lo tanto, la posibilidad de «castigar» al infractor de forma arbitraria, sin molestarse en verificar los hechos y asimismo facilitar «la contención de los competidores con métodos poco escrupulosos», opina el canciller ruso.

Mientras que Occidente «persigue el objetivo de desviar las discusiones sobre los temas clave en los formatos cómodos para él, adonde no se invita a los que discrepan«, a la vez viola los principios de multilateralismo y busca esquivar la Carta de la ONU, que si bien también contiene una serie de reglas, «son reglas aprobadas por todos los países del mundo», señala Lavrov.

Al tachar a Rusia y China como «portadores del autoritarismo» en las cumbres de junio, Occidente «proclama su ‘derecho’ de entrometerse en los asuntos internos de otros países en aras de imponer la democracia tal y como la entiende», pero «enseguida pierde el interés hacia el diálogo» tan pronto como le sugieran «abordar la democratización de las relaciones internacionales, incluyendo el abandono de la arrogancia y la voluntad de trabajar sobre la base de los principios universalmente reconocidos del derecho internacional en lugar de ‘reglas'», continúa el alto diplomático, al recordar las exigencias de que Moscú y Pekín sigan «las recetas occidentales en materia de los derechos humanos, la sociedad civil, oposición, los medios de comunicación, el funcionamiento de las estructuras estatales y la interacción entre las ramas de poder».

«Los problemas con los derechos humanos existen en todas partes, pero ya es hora de abandonar la postura de superioridad de que ‘en Occidente nos ocuparemos de ello por nuestra propia cuenta porque somos democracias, mientras que ustedes aún no han madurado lo suficiente y necesitan ayuda, nos vamos a dedicar a esto'».

El ministro de Exteriores ruso indica que el enfoque no cambió ni siquiera después de la cumbre «constructiva» de Vladímir Putin y Joe Biden en Ginebra el 16 de junio, que culminó con las promesas de iniciar un diálogo sobre la estabilidad estratégica, la inadmisión de la guerra nuclear, así como la necesidad de consultas en materia de ciberseguridad, la actividad de las misiones diplomáticas y una serie de conflictos regionales.

Casi inmediatamente después del fin de las negociaciones, los funcionarios estadounidenses, incluidos los participantes de la reunión de Ginebra, volvieron a transmitir su postura de que Moscú quedó advertida y le plantearon las exigencias, lamenta Lavrov. «Además, todas estas ‘advertencias’ fueron acompañadas de amenazas: si Moscú no acepta las ‘reglas del juego’ que le señalaron en Ginebra ‘en el plazo de unos meses’, será sometida a nuevas presiones», agregó.

«Los políticos sensatos de Europa y EE.UU. comprenden que un rumbo tan intransigente supone un callejón sin salida«, sostiene el canciller ruso, quien añade que estas personas ya «empiezan a razonar con pragmatismo —todavía no en público—, reconociendo que en el mundo existe más de una civilización y que Rusia y China, así como otras grandes potencias, tienen su historia milenaria, sus tradiciones, valores y estilo de vida».

«Poner en la mira la pregunta de cuyos valores son mejores o peores es inviable, solo hay que reconocer que existen otras formas de organización de la sociedad en comparación con las occidentales, aceptarlas como un hecho y respetarlas», concluye Lavrov.