La soledad deja una marca en el cerebro y los científicos muestran cuál es
Los cerebros de las personas solitarias tienen una especie de firma que las distingue de las menos propensas a la soledad, demuestra un reciente estudio que se basó en UK Biobank, el archivo de historiales médicos, estudios genéticos y encuestas de casi medio millón de personas residentes en el Reino Unido.
Los investigadores examinaron datos de imágenes por resonancia magnética, genes y autoevaluaciones psicológicas de aproximadamente 40.000 adultos de mediana edad y mayores. A partir de este enorme número de individuos, el equipo, liderado por varios neurólogos de la canadiense Universidad McGill, seleccionó a aquellos participantes que habían informado que a menudo se sentían solos y estudió sus tomografías aparte.
Entre el grupo general y el de individuos solitarios se observaron variaciones en el volumen de diferentes regiones del cerebro y en la manera en que esas regiones se comunicaban a través de las redes cerebrales.
Las diferencias se centraron en las regiones cerebrales involucradas en pensamientos interiorizados como los recuerdos, los planes para el futuro, la imaginación y la preocupación por los demás. El volumen de materia gris en esas regiones, en la denominada red neuronal por defecto, resultó ser mayor en las personas solitarias.
Se detectaron también algunas redes conectadas con más fuerza, además de que estaba mejor desarrollada una conexión fibrosa entre el hipocampo y el hipotálamo que comunica también ambos hemisferios cerebrales: el fórnix, conocido también como el ‘fondo de saco’, un conjunto de haces nerviosos en forma de C.
El hecho de que la estructura y la función de la red orientada hacia el interior estuvieran asociadas positivamente con la soledad puede deberse a que las personas solitarias son más propensas a usar la imaginación, los recuerdos del pasado o sus esperanzas para superar el aislamiento social, estiman los investigadores.
«Ante la falta de las experiencias sociales deseadas, los individuos solitarios pueden estar predispuestos a los pensamientos dirigidos internamente», dijo el autor principal del estudio, Nathan Spreng, en referencia a la práctica de recordar e imaginar. En su opinión, es natural que un «mayor enfoque en la autorreflexión y posiblemente en experiencias sociales imaginadas» implique más las funciones relacionadas con la memoria. En este caso se desarrolla mejor la respectiva región del cerebro, según lo demuestra un artículo del equipo de Spreng publicado el 15 de diciembre.
Sin embargo, la soledad es cada vez más reconocida como un importante problema de salud y ha habido estudios que atribuyen a la soledad un mayor riesgo del deterioro cognitivo y la demencia. Comprender cómo se manifiesta la soledad en el cerebro podría ser clave para prevenir enfermedades neurológicas y desarrollar mejores tratamientos.
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