La ley de gasto impulsada por Biden beneficiaría exclusivamente a los más ricos y aumentaría el déficit presupuestario de EE.UU.
Si hay un proyecto de Joe Biden y los demócratas que está siendo promocionado hasta la saciedad tanto a nivel interno como externo es la ley ‘Build Back Better’, que puede traducirse como reconstruir mejor.
Descrito por la Casa Blanca como un instrumento para fortalecer «la columna vertebral de Estados Unidos: la clase media», a nivel mediático las referencias al mismo van desde un giro Keynesiano de los demócratas, a un refuerzo del colchón social o directamente medidas socialistas en EE.UU.
Sin embargo, tras meses de recortes y negociación, no hay más que poner la lupa al proyecto para darnos cuenta de que todo eso está bastante alejado de la realidad.
El motivo principal: el proyecto de ley incluye un recorte fiscal masivo para los ricos, además de aumentar en más de 350.000 millones de dólares el déficit presupuestario durante los próximos diez años.
¿Beneficio para los más pudientes?
Se trata de hasta 285.000 millones de dólares que beneficiarían casi exclusivamente a los hogares de altos ingresos durante los próximos cinco años. La medida supone revertir parcialmente un aumento de impuestos firmado por Donald Trump, el llamado tope SALT.
Antes del 2017, los contribuyentes podían deducir prácticamente todo lo que pagaban en impuestos estatales y locales de sus impuestos federales. Trump limitó que las personas adineradas no pudieran deducir más de 10.000 dólares.
Sin embargo, con esta ley presuntamente de ayuda a la clase media, los ricos volverán a poder pagar menos impuestos. Un análisis reciente del Tax Policy Center asegura que dicha reducción beneficiará principalmente al 10 % más rico de las personas, y no fluirá casi nada a las familias de ingresos medios y bajos. Es decir, estamos ante una política regresiva.
«Colapso del sistema de EE.UU.»
En opinión de Richard Wolff, profesor emérito de Economía de la Universidad de Massachusetts (EE.UU.), «esto muestra el desesperado colapso del sistema político estadounidense».
«Tenemos dos partidos principales que compiten entre sí para ser aceptados para las corporaciones y las personas más ricas en EE.UU., por lo que incluso si hacen algunos programas para las multitudes, literalmente tienen que sobornar a las corporaciones y a los ricos con recortes de impuestos y programas especiales para ello», sostiene el académico.
Esta disposición SALT no estaba en los planes originales de infraestructura y gasto social de Biden ni siquiera en las primeras versiones de la ley en la Cámara de Representantes. Es decir, se ha introducido posteriormente y a instancias de representantes políticos de estados con altos impuestos e ingresos como Nueva Jersey y Nueva York.
Un costo descomunal
El problema principal es que se ha convertido en la segunda partida más cara de la legislación durante los próximos cinco años. Costará más que establecer un programa de licencia familiar y médica remunerada, algo que en EE.UU. se deja a criterio del empleador y será casi dos veces más caro que financiar servicios médicos domiciliarios para ancianos y discapacitados.
Esto se desprende de un análisis del Comité para un Presupuesto Federal Responsable. Solo por encima de este gasto estaría la financiación de guardería universal y un cuidado infantil asequible. Algo que de momento no existe en el país norteamericano.
¿Una cuestión de fe?
Otro de los puntos polémicos es cómo se va a pagar todo esto. Mientras que los defensores de la ley aseguran que se recaudará lo suficiente como para sufragarla, los expertos no están tan seguros.
De hecho, la propia secretaria del Tesoro, Janet Yellen, tuvo que publicar este jueves un comunicado defendiendo la ley ‘Build Back Better’. La funcionaria asegura que reducirá la deuda de la nación con el tiempo porque van a invertir en los servicios que vigilan a las personas con altos ingresos que evitan pagar los tributos que deben.
Sin embargo, con una reducción de impuestos a los pudientes avalada por los propios demócratas, lo que suceda en este sentido en el futuro parece una cuestión de fe.
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