La escultura de madera más antigua del mundo podría tener incluso más años de lo que se creía
El famoso ídolo de Shiguir, la escultura de madera más antigua del mundo, descubierta en Rusia en 1890, podría ser aún más vieja de lo que se pensaba, según un reciente estudio publicado en la revista Quaternary International. Se reveló que la figura, hallada en una turbera en la región de los Urales, tiene más del doble de años que la pirámide de Zoser, la más antigua de las pirámides egipcias.
La datación inicial por radiocarbono, realizada en la década de 1990, reveló que el ídolo tenía al menos 9.750 años. Los científicos quedaron sorprendidos tanto por la espectacular conservación del objeto como por la sofisticación de su estilo para aquel período. El ídolo consiste en una figura antropomórfica con distintos ornamentos, y se estima que su altura inicial era de unos cinco metros.
En 2018, científicos realizaron un nuevo análisis, utilizando una muestra extraída del núcleo más prístino del artefacto, y descubrieron que en realidad tenía más de 11.600 años. Ahora los arqueólogos Thomas Terberger de la Universidad de Gottingen, en Alemania, Mijaíl Zhilin, del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Rusia, y Svetlana Sávchenko, del Museo Regional de Sverdlovsk, volvieron a analizar los resultados de los estudios anteriores y llegaron a la conclusión de que el ídolo fue creado incluso antes de lo que se pensaba.
La madera de la que está hecha la figura tiene aproximadamente 12.250 años, y como se hizo a partir de un tronco de alerce con 159 anillos de crecimiento, se estima que la pieza fue creada hace 12.100 años, es decir, 500 años antes de lo que mostró el estudio de 2018.
Por lo tanto, los investigadores creen que la escultura fue tallada a finales de la última Edad de Hielo y a comienzos del Holoceno, el período geológico actual. «El ídolo fue esculpido en una era de gran cambio climático, cuando los bosques comenzaron a extenderse por una Eurasia más cálida», explicó el arqueólogo Thomas Terberger a The New York Times.
El objeto pasó más de 10.000 años preservado en el ambiente ácido antimicrobiano de la turbera y, aunque no se sabe exactamente cuál era su función, su mera existencia sugiere que los cazadores-recolectores de aquella remota época ya apreciaban el arte y la artesanía.