Identifican a un delfín extinto como un depredador alfa que aterraba los océanos en el pasado

Un grupo de paleontólogos de EE.UU. ha recuperado un importante eslabón en la evolución de los mamíferos marinos. Un esqueleto bien conservado de un delfín extinto les sugirió que esta especie ocupaba hace unos 25 millones de años el nicho en la cadena alimentaria que hoy día asociamos con las orcas.

Los dientes de gran tamaño del ‘Ankylorhiza tiedemani’, así como un cráneo, columna vertebral y el resto de su estructura ósea que sumaban más de 4,5 metros, le permitían atacar a cualquier otro habitante del mar de su época, determinaron los investigadores en un artículo publicado en la revista científica Current Biology. Los autores lo consideran un depredador alfa del Oligoceno que se encontraba en la cima de la cadena alimenticia, «cazando muy claramente las presas de cuerpo grande como [lo hace] una orca«.

«Genus Y» no longer: introducing Ankylorhiza tiedemani, a scary big ass dolphin from the Oligocene of SC (me for scale) with implications for the convergent evolution of locomotion in Neoceti and early feeding adaptations in echolocating whales. Read here: https://t.co/Ef6MiZp3YMpic.twitter.com/gDmITWA4yG

— Robert Boessenecker 🐳 (@CoastalPaleo) July 9, 2020

Además, los investigadores estiman que fue el primer cetáceo conocido capaz de utilizar la ecolocalizaciónpara la caza. Cuando se extinguió hace aproximadamente 23 millones de años, los cachalotes asesinos y el delfín de dientes de tiburón (‘Squalodon’) evolucionaron y ocuparon este lugar. Después de que los últimos cachalotes asesinos desaparecieran hace unos 5 millones de años, el nicho estuvo vacante hasta que surgieron las orcas hace aproximadamente 1 o 2 millones de años.

En su trabajo, los expertos analizaron el esqueleto más completo de ‘Ankylorhiza tiedemani’ conocido, que fue hallado en los años 1990 en sedimentos marinos de la costa de Carolina del Sur (EE.UU.). En aquel entonces, solo el hocico se identificó correctamente, pero la ciencia ya disponía de algunos restos fragmentarios atribuibles a esta misma especie, lo que permitió llegar a varias conclusiones comparativas.

El autor principal del estudio, Robert Boessenecker, de la Universidad de Charleston, también en Carolina del Sur, se mostró sorprendido por la evolución paralela de algunas adaptaciones al nado en el esqueleto de delfines y ballenas barbadas que la investigación del Ankylorhiza ha permitido revelar. Las morfologías de estas especies llegaron a un mismo punto de forma independiente «en lugar de evolucionar antiguamente estos rasgos a partir del ancestro común de ambos grupos», explicó el científico.

Estos rasgos se caracterizan por una cola más estrecha, un aumento en el número de vértebras de la cola y una disminución del número de los huesos de brazo en la aleta, entre otros cambios que experimentaron tanto los delfines como las ballenas barbadas a lo largo de los últimos millones de años.

Boessenecker señala la época del Oligoceno como «el momento en el que la alimentación por filtración y la ecolocalización evolucionaron por primera vez». Puesto que los hallazgos de restos de mamíferos marinos de esa época son escasos en todo el mundo, «los fósiles de Charleston ofrecen la ventana más completa hacia la evolución temprana de estos grupos, ofreciendo una visión evolutiva sin par», valoró el experto.

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