España y Portugal consiguen la aprobación de la Comisión Europea para limitar el precio del gas a 40 euros

España y Portugal han conseguido alcanzar un acuerdo con la Comisión Europea para establecer un límite de alrededor de 40 euros al precio del gas utilizado para la generación de electricidad.

La medida, ampliamente perseguida por los dos países íberos, ha sido anunciada por la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, Teresa Ribera, y el ministro de Medio Ambiente y Acción Climática de Portugal, Duarte Cordeiro, tras su reunión de este martes en Bruselas con la comisaria de Competencia.

«Hemos llegado a un acuerdo político con la Comisión Europea», ha dicho Ribera en rueda de prensa, sosteniendo que durante los próximos días se terminarán de concretar todos los detalles para poderlo implementar «inmediatamente».

El nuevo mecanismo estará en vigor durante los próximos doce meses y se ha pactado que al inicio de este periodo el precio del gas sea de 40 euros el megavatio hora para alcanzar de media los 50 euros al término del mismo.

«Las líneas maestras del acuerdo están cerradas gracias al acuerdo de hoy con la Comisión», ha trasladado Ribera, que espera que antes del fin de semana puedan estar cerrados todos los detalles. «Todos los consumidores se beneficiarán de este acuerdo para reducir el precio de la factura de la luz», ha apostillado su homólogo luso.

El gas: la clave para abaratar la electricidad

El gas utilizado para la generación eléctrica es la clave para abaratar las facturas energéticas de los consumidores de España y Portugal. Ambos países dependen mínimamente de esta materia prima para solventar sus necesidades, pero, sin embargo, se ven severamente castigados por sus estratosféricos precios en los mercados internacionales.

El motivo es el sistema de fijación de precios que rige en la Unión Europea, en el que la última tecnología en entrar en la subasta de la electricidad que necesita cada nación, marca el precio de todas las demás.

Así, la Península Ibérica cubre su demanda fundamentalmente con energía hidráulica, renovables y nuclear. Pero cuando se necesita mayor capacidad entra el gas, la tecnología más cara de todas actualmente. Pese a representar un porcentaje menor, marca el precio de todas las demás, que en la actualidad se encuentran sobrerretribuidas de manera muy abultada, lo que se denomina ‘beneficios caídos del cielo’.

La propuesta hispano-lusa pretende ajustar los precios del resto de fuentes de electricidad topando el del gas y procediendo después a una segunda vuelta en la que se compensaría a los productores gasísticos.