«Eso sería una demostración de debilidad»: el primer ministro de Australia explica por qué rechazó reunirse con el embajador chino
El primer ministro de Australia, Scott Morrison, afirmó este sábado que se negó a principios de mes a reunirse con Xiao Qian, nuevo embajador de China en su país, debido a que Pekín «bloqueó por completo cualquier diálogo con ministros», recoge Australian Broadcasting Corporation.
«Mientras China siga negándose a dialogar con los ministros australianos, y de hecho con el primer ministro, creo que es una respuesta totalmente proporcional«, declaró el jefe del Gobierno australiano durante una conferencia de prensa. «Eso sería una demostración de debilidad y puedo asegurar que, como primer ministro, es el último mensaje que enviaría a China», agregó.
Dado que Pekín bloquea los contactos entre ministros, «los australianos considerarían muy inapropiado que yo entablara ese diálogo con un embajador», señaló Morrison.
Sin embargo, el embajador chino se reunió el pasado 9 de marzo con la ministra de Asuntos Exteriores de Australia, Marise Payne. Aunque la reunión no dio lugar a ningún avance diplomático, se convirtió en el encuentro más destacado entre funcionarios de los dos países en años.
Mientras, durante sus reuniones con representantes del sector privado en las últimas semanas, Xiao Qian transmitió a las autoridades australianas un mensaje del presidente chino, Xi Jinping: «Australia ha estado tratando a China como a un enemigo. Australia tiene que decidir si es enemigo de China o amigo de China», según The Sydney Morning Herald.
Además, las declaraciones de Morrison se produjeron en un contexto en el que el gigante asiático firmó un acuerdo de seguridad con las Islas Salomón –que se filtró este viernes en las redes sociales– por el que se permite que Pekín tenga una base para su Marina en el Pacífico, informan medios locales. Canberra mantiene una fuerte influencia en ese país insular, al que proporciona ayuda financiera y seguridad.
El acuerdo ha provocado la inquietud de Australia y Estados Unidos, ambos preocupados por la expansión de China en la región.