Encuentran abundancia de elementos esenciales para la vida en el asteroide Bennu

Científicos de la misión que adelanta la sonda espacial OSIRIS-REx dieron a conocer nuevos hallazgos sobre la superficie del asteroide Bennu, sus características geológicas y datos cartográficos de alta resolución, todo ello en una serie de artículos publicados este jueves en las revistas Science y Science Advances, recoge la página oficial de la NASA. Los estudios están basados en los datos recopilados por la sonda de la agencia espacial estadounidense entre febrero y octubre de 2019.

Ahora la sonda se está preparando para cumplir el 20 de octubre su mayor objetivo: tomar muestras de la superficie del asteroide. De acuerdo con las nuevas observaciones, el terreno y las características de Bennu son más ricos y complejos de lo que se había pensado.

«Un gran triunfo científico»

Uno de los nuevos estudios, dirigido por Amy Simon, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt (Maryland), demostró que los compuestos orgánicos –que contienen carbono– están muy extendidos en la superficie del asteroide, en particular en el cráter Nightingale, donde la OSIRIS-REx tiene previsto hacer su primer intento de recolección de muestras. Así, es probable que la muestra recolectada contenga minerales hidratados y material orgánico.

«La abundancia de compuestos que contienen carbono es un gran triunfo científico para la misión. Ahora somos optimistas de que recolectaremos y traeremos una muestra con material orgánico, un objetivo central de la misión de la OSIRIS-REx», señaló Dante Lauretta, investigador principal de la misión en la Universidad de Arizona, en Tucson.

Los investigadores sospechan que al menos parte del agua y las moléculas orgánicas existentes en la Tierra provienen de asteroides, algo que hace que el estudio de Bennu pueda ser crucial para el entendimiento de la historia de nuestro planeta.

Los científicos también han determinado que los minerales de carbonato son parte de las características geológicas del asteroide. Esos minerales a menudo se precipitan a partir de sistemas hidrotermales que contienen agua y dióxido de carbono, explica la NASA. Varias rocas de Bennu tienen vetas brillantes que parecen estar hechas de carbonato. Estos hallazgos han permitido a los científicos teorizar que el asteroide padre de Bennu probablemente tenía un extenso sistema hidrotermal.

«Cualquier muestra que traigamos de regreso, independientemente de la ubicación, debe tener esos minerales hidratados y debe tener material que contenga carbono», considera Amy Simon, del equipo OSIRIS-REx.

Modelo del terreno y campo de gravedad

En los nuevos estudios, los investigadores han encontrado dos tipos distintos de rocas en la superficie, una más fuerte y otra más débil. Las rocas oscuras de Bennu son más débiles, más porosas y más comunes.

Somos optimistas de que recolectaremos y traeremos una muestra con material orgánico

Los datos obtenidos por el altímetro láser OSIRIS-REx han permitido al equipo desarrollar un modelo digital en 3D del terreno del asteroide, que no tiene precedentes en detalle y exactitud. El modelo también muestra que los hemisferios norte y sur de Bennu tienen diferentes formas. A diferencia del norte, el hemisferio sur parece ser más suave y redondo.

Otro estudio, dirigido por Daniel Scheeres, de la Universidad de Colorado Boulder, examinó y reconstruyó el campo gravitatorio de Bennu. Resultó que el interior de Bennu no es uniforme: hay allí bolsas de material de mayor y menor densidad.

Regreso a la Tierra

El OSIRIS-REx abandonará la superficie de Bennu en 2021 y está previsto que regrese a la Tierra en septiembre de 2023, con una treintena de paquetes de material del asteroide. La sonda fue lanzada con éxito al espacio en septiembre de 2016 y, desde que llegó al cuerpo celeste en diciembre de 2018, ha estado orbitándolo y mapeando su superficie.

El Bennu, que tiene un diámetro de unos 500 metros, se considera un asteroide cercano a la Tierra. Completa una órbita alrededor del Sol cada 436,604 días (1,2 años), y cada seis años se aproxima mucho a la Tierra. Estos encuentros cercanos hacen que exista una probabilidad de que el Bennu impacte contra la Tierra a finales del siglo XXII.

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