El portaaviones más caro y avanzado de EE.UU. sigue arrastrando problemas técnicos 3 años después de su estreno
El portaaviones USS Gerald R. Ford, el más caro y avanzado de EE.UU., todavía presenta algunos problemas técnicos tres años después de ser entregado a la Armada de EE.UU., informa Bloomberg.
La entrada en servicio del navío, de 13.200 millones de dólares, estaba prevista para 2013, pero la Armada solo lo recibió en 2017. Desde entonces, el portaaviones ha venido registrando distintos fallos durante las pruebas de despegue y de aterrizaje de aeronaves en el mar, así como en lo referente al funcionamiento de los ascensores de armas y catapultas electromagnéticas (EMALS) para lanzar aviones. También se han registrado fallos de funcionamiento en sus inodoros.
Esta vez los especialistas han determinado que los sistemas de despegue y de aterrizaje de aeronaves en el USS Gerald R. Ford siguen siendo poco fiables y experimentan fallos con demasiada frecuencia.
La última evaluación del buque de guerra más costoso jamás construido «sigue siendo consistente» con la de años anteriores, asegura el director de pruebas Robert Behler en su nuevo resumen del programa, al que ha tenido acceso Bloomberg News antes de su publicación en un informe anual.
«La fiabilidad deficiente o desconocida de los sistemas de nueva tecnología que son críticos para las operaciones de vuelo», incluido su sistema de lanzamiento electromagnético, de 3.500 millones de dólares, y el mecanismo de detención avanzado, podría «afectar negativamente» a la capacidad del portaaviones para realizar salidas, añadió el especialista.
Behler evaluó 3.975 lanzamientos y operaciones de aterrizaje en el USS Gerald R. Ford durante 11 pruebas posteriores a la entrega al servicio, desde noviembre de 2019 hasta septiembre de 2020. Se supone que el sistema de catapulta de propulsión electromagnética opera 4.166 «ciclos» o lanzamientos, entre fallos de misiones operativas. En cambio, pasaron 181 ciclos entre fallos o «muy por debajo del requisito», escribió Behler, que no detalla la gravedad de los problemas.
Dos fallos separados ocurridos el año pasado hicieron que las catapultas dejaran de funcionar durante tres días, notó Behler. La Marina reconoció uno de los problemas en junio. Las preocupaciones sobre fiabilidad del sistema «se ven exacerbadas» por un diseño que impide algún mantenimiento durante las operaciones de vuelo, admitió el director de pruebas.
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