El coronavirus ni se está debilitando ni se está volviendo más virulento

El microbiólogo español Ignacio López-Goñi afirma que: «el virus ni se está debilitando ni se está haciendo más virulento».

«No hay datos, por el momento, que así lo corroboren. El coronavirus que causa la enfermedad de la covid-19 ni se está debilitando ni se está haciendo más virulento», apunta a Efe este catedrático de Microbiología en la Universidad de Navarra (norte de España), quien advierte: «el virus sigue ahí, no hemos vencido a la pandemia».

El experto contesta las preguntas más frecuentes

¿Se siguen secuenciando genomas del SARS-CoV-2?

Sí, se han secuenciando y publicado más de 7.000 genomas aislados de todo el mundo y cada día se secuencian cientos más. Esto permite conocer en tiempo real cómo está cambiando el coronavirus y saber cómo ha sido y está siendo su distribución por el planeta.

Se van tomando muestras de personas infectadas a lo largo del tiempo, por ejemplo en España; se aisla el virus, se secuencia y se comparan los genomas de distintos aislamientos. Así puedes rastrear cómo se ha ido moviendo el virus, a partir de las mutaciones que se van detectando.

¿Y qué conclusiones se han sido sacando?

El coronavirus obviamente muta, todos lo hacen. Los virus viven mutando; en virología se suele hablar de «nubes mutantes». Hay virus que cambian con una velocidad enorme y los campeones de la variabilidad son el virus de la gripe o el VIH.

Este coronavirus no lo es tanto porque tiene una proteína capaz de reparar los errores o mutaciones que puedan ocurrir durante su replicación. El SARS-CoV-2 es relativamente estable, muta, se pueden ver mutaciones, pero tiene cierta estabilidad que es común en los coronavirus.

¿Qué implicaciones tiene esa relativa estabilidad?

Esto no es ni bueno ni malo y lo que pone de manifiesto es que se pueden detectar mutaciones puntuales en muchas zonas del genoma del virus pero estas, según los datos que tenemos en este momento, no están teniendo ningún efecto en la biología del virus, en su virulencia, por ejemplo.

¿El SARS-CoV-2 se debilita o no lo hace?

El virus ni se está debilitando ni se está haciendo más virulento, no tenemos evidencias en este momento. No hay datos que así lo corroboren. Tampoco hay cepas más o menos virulentas.

Cuando hablamos de mutaciones (variaciones) podemos pensar que siempre es malo, que el virus muta para hacerse más virulento, pero no tiene por qué ser así.

Lo habitual es que cuando un virus pasa de una especie animal a otra, al principio exista una alta frecuencia de mutaciones, pero con el tiempo el virus se adapta a su nuevo hospedador -en este caso los humanos-.

Por tanto, se puede esperar, incluso, que en este proceso de adaptación el virus vaya perdiendo virulencia, pero esto suele ser un proceso lento que dura muchos meses. En el tiempo que lleva el SARS-CoV-2 no se ha visto aún si va hacia ese proceso de adaptación al hospedador. Una cosa es que disminuya la curva epidémica -pacientes dados de alta, menos fallecimientos, consecuencias del confinamiento, etc- y otra la biología del virus.

¿Habrá una segunda oleada de la pandemia?

Certezas no hay, no lo sabemos, pero sí se pueden hacer estimaciones. Podemos ver lo que pasó en otras pandemias, en concreto en las tres de gripe del siglo XX. En las de 1918, 1957 y 1968 las segundas y terceras oleadas fueron peores que las primeras, pero sabemos que este coronavirus no es como el virus de la gripe. Que haya segundas oleadas más fuertes es una posibilidad, pero no lo sabemos a ciencia cierta.

Otra posibilidad es que sigan existiendo olas recurrentes más o menos intensas durante un par de años. Y una tercera opción es que se den pequeños rebrotes sin un patrón claro. Y que quizás acabe siendo un virus estacional que aparezca los inviernos, lo cual tampoco es buena noticia porque se sumaría a la lista de virus respiratorios que ya sabemos que dan problemas y, si coincide además con la gripe normal, sería un inconveniente.

Hay rebrotes ya en China, Irán, Alemania, España. ¿Preocupantes?

R: Sí. Estos rebrotes nos indican que no hemos vencido a la pandemia. El virus lo hemos controlado con el confinamiento, pero está ahí, por eso son tan importantes las medidas que cada persona pueda implementar para evitar contagios y el rastreo del virus, que depende de las autoridades sanitarias.

Los rebrotes son preocupantes en el sentido de que muestran que el virus no se ha extinguido. Pongo un símil: cuando hay un incendio forestal lo podemos apagar, pero no está extinguido totalmente. Puede quedar algún foco que, aunque pequeño, con un poco de viento avive el fuego. Por eso siempre se deja un retén de bomberos vigilando. Ahora, es fundamental seguir vigilantes y rastrear los posible rebrotes, ir por delante del virus, no como hemos ido hasta ahora.

En cuanto a la transmisión, ¿hay novedades de cómo lo hace?

Seguimos igual, aunque se han ido publicando diversos estudios sobre la distancia a la que caen al suelo las gotitas que expulsamos al toser o estornudar (la mayor parte lo hacen en uno o dos metros, aunque las más pequeñas pueden permanecer y extenderse más), o sobre cuánto tiempo permanece el virus en espacios cerrados al hablar. No obstante, aún hay ciertas dudas sobre cómo se comporta el virus, pero lo que sí se confirma una y otra vez es la necesidad del uso de mascarillas.

Y otra cosa. Ya no se habla tanto de supercontagiadores como de eventos supercontagiadores. Hay cuatro factores que influyen en la aparición de brotes: sitios cerrados, con mucha gente y con personas en contacto cercano; el cuarto factor es el tiempo. Cuanto más tiempo pases en un lugar así, mayor será la posibilidad de contagio. Por tanto, mejor un espacio abierto que cerrado, mejor bien ventilado que no, mejor estar poco tiempo, mantener la distancia y siempre con la mascarilla. EFE

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