El colmillo de un mamut permite concluir que el animal «dio casi dos vueltas al mundo» a lo largo de su vida

El análisis isotópico de las distintas capas de los colmillos de un mamut ha permitido determinar los kilómetros que recorrió un ejemplar de esta especie a lo largo de toda su vida hace unos 17.100 años.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que el animal vivió aproximadamente 28 años durante la última glaciación y que durante esas casi tres décadas anduvo una distancia equivalente a «dar la vuelta al planeta casi dos veces», según comunica la Universidad de Alaska en Fairbanks. Para averiguarlo, el equipo internacional a cargo del estudio muestreó un colmillo de 1,7 metros de largo en 400.000 fragmentos y los sometió a un análisis microscópico.

Las proporciones de isótopos de los elementos estroncio y oxígeno que se pudieron rastrear en los anillos anuales del colmillo, semejantes a los de los árboles, se combinaron con los mapas que predecían las variaciones de esos mismos isótopos en distintos lugares de Alaska.

Antes de este estudio, los paleontólogos sabían poco de la vida, la dieta y los desplazamientos de los mamuts y, sobre este ejemplar concreto, solo se conocía que murió en la parte norte de Alaska, más allá del círculo polar. No obstante, el modelado que han realizado estos científicos ofrece la primera evidencia de que estos paquidermos podían caminar tanto.

Matthew Wooller, paleoclimatólogo y autor principal del artículo, publicado en Science este 13 de agosto, afirma que no tienen claro si el mamut migraba en función de las estaciones, pero sí que cubría grandes distancias. «Visitó muchas partes de Alaska en algún momento de su vida, lo cual es bastante asombroso cuando se piensa en lo grande que es esa área».

El equipo encontró en el colmillo un registro cronológico inmejorable de la vida de esta especie extinta. «Desde el momento en que nacen hasta el día en que mueren, tienen un diario y está escrito en sus colmillos», sintetizó el paleontólogo Patrick Druckenmiller, director del Museo Universitario del Norte, en cuya colección se encuentra este espécimen. «La madre naturaleza no suele ofrecer registros tan convenientes y duraderos de la vida de un individuo», añadió.

El ADN preservado en los tejidos del colmillo proporcionó un dato adicional a este análisis y permitió identificar al animal como un macho relacionado con el último grupo de su especie que vivió en Alaska continental.

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