‘El Chueco’ tiene los «días contados»: el Gobierno mexicano va tras la caza del asesino de dos sacerdotes jesuitas que aterrorizó la Sierra Tarahumara
José Noriel Portillo Gil, alias ‘El Chueco’, el presunto autor material del asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía turístico en Chihuahua, se ha convertido en un objetivo prioritario para el Gobierno mexicano y las autoridades están confiadas en que el individuo será capturado en cuestión de días.
En la vasta Sierra Tarahumara se ha montado un fuerte operativo con un millar de elementos de la unidad de fuerzas especiales de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y de la Guardia Nacional, así como miembros del grupo élite SWAT de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Chihuahua, un estado ubicado al noroeste de México.
Hasta el momento, las autoridades reportan la detención de 13 presuntos criminales del entorno de Portillo Gil. La aprehensión más reciente fue la de Alfredo Evaristo, alias ‘el Chino’.
«Sigue la búsqueda y localización de ‘el Chueco’. Se espera que en los próximos días pueda ser detenido», afirmó este jueves el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Operativo de búsqueda
Aunque se cree que este individuo continúa escondido en los ranchos y montes de la Sierra Tarahumara, las autoridades ampliaron la búsqueda a otros estados del país.
«Lo hemos estado buscando no solo en la ranchería de Cerocahui, ni en Bahuichivo, en el municipio de Urique, sino que nos hemos ampliado al resto del estado (Chihuahua), a otros estados de la República, y también he de decir que en Estados Unidos», declaró el secretario de seguridad pública estatal, Gilberto Loya, al diario local Milenio.
La Fiscalía General del Estado de Chihuahua anunció una recompensa de cinco millones de pesos (poco menos de 240.000 dólares) por información que lleve a la captura de Portillo Gil. En este sentido, Loya ha afirmado que ‘el Chueco’ tiene «los días contados».
Crímenes de ‘el Chueco’
La búsqueda y localización de Portillo Gil, de 30 años, se volvió prioritaria tras el asesinato de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos, quien oficiaban en la parroquia de Cerocahui, en el municipio de Urique.
El 30 de junio, ‘el Chueco’ privó de su libertad y golpeó brutalmente al guía turístico Pedro Palma, quien intentó refugiarse en la capilla jesuita de Cerocahui, localizada en el municipio de Urique. En ese momento, el sacerdote Mora quiso proporcionarle a Palma la ceremonia de extremaunción, pero Portillo Gil le disparó a los dos, así como a Campos, quien se encontraba en la iglesia.
Previo a ese acto, ‘el Chueco’ entró en un domicilio y allí disparó a Paul Osvaldo Berrelleza y secuestró a su hermano Jesús Armando. Posteriormente prendió fuego a la vivienda, todo ello motivado por haber perdido un encuentro de béisbol unos días antes.
La impunidad con la que se movía ‘el Chueco’, quien contaba con dos órdenes de captura previo al multihomicidio de Urique, podía deberse a la protección que tiene de Los Salazar, una violenta célula criminal vinculada al Cártel de Sinaloa que opera en los estados de Chihuahua y Sonora.
Con esta protección y con la complicidad del poder político local, la organización de ‘el Chueco’ operaba el narcomenudeo, ordenaba extorsiones a empresas mineras y controlaba el comercio de la región, incluyendo la explotación de madera.
Testimonios locales contaron al periodista Ricardo Raphael que ‘el Chueco’ también ordenaba el secuestro de mujeres en la Sierra Tarahumara para abusar sexualmente de ellas.
Con este violento historial, el Gobierno mexicano montó un fuerte operativo para detener a Portillo Gil, uno de los criminales que aterrorizó a los habitantes de la Sierra Tarahumara.