El autoritarismo de Nayib Bukele embarra la histórica buena relación con EE.UU. (y las sanciones sobrevuelan El Salvador)
Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, sabe la importancia que representa Estados Unidos para su país, a todo nivel. Hace apenas ocho meses, en septiembre de 2020, Bukele aún se jactaba de que las relaciones de su gobierno con Washington eran «más fuertes que nunca», en un hilo de Twitter en el que dejó entrever que esa luna de miel beneficiaría a los millones de salvadoreños que residen en territorio estadounidense; buena parte de ellos, en situación irregular.
Pero en esos ocho meses hubo elecciones presidenciales en Estados Unidos. Y la administración Trump –con la que Bukele se entendió muy bien– dio paso a la administración Biden. Desde entonces todo o casi todo han sido desencuentros.
«Estamos viviendo algo sin precedentes desde la firma de los acuerdos de paz», dice a RT el politólogo salvadoreño Napoleón Campos, experto en relaciones internacionales. Campos asegura que hay que remontarse más de tres décadas –hasta octubre de 1990, en el tramo final de la guerra civil– para hallar un encontronazo entre Washington y San Salvador de similar intensidad al que se vive en la actualidad.
Los choques venían de antes, pero la gota que ha derramado el vaso es la destitución de los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional y del fiscal general de la República, que la nueva Asamblea Legislativa –mayoritariamente afín al presidente Bukele– ejecutó en su primer día de labores, el pasado 1 de mayo.
«De no haber rectificación, de no haber restauración democrática, entraremos en el terreno de un régimen de sanciones [de Estados Unidos contra El Salvador]», dice el politólogo Campos. «Si Nayib Bukele no toma la mano que le han tendido, vamos camino hacia un régimen de sanciones», remarca.
La mano tendida a la que se refiere Campos es la visita de Ricardo Zúñiga, el enviado especial de la administración Biden para el Triángulo Norte de Centroamérica, que incluye a El Salvador, Guatemala y Honduras. Zúñiga visitó el país los días 10, 11 y 12 de mayo, y esa visita determinará los pasos a seguir por Washington.
«A nuestro criterio, lo mejor sería restaurar la situación que había el 30 de abril», dijo Zúñiga la mañana del 12 de mayo en ‘Frente a Frente’, uno de los programas de entrevistas más vistos del país. La noche anterior, Zúñiga se había reunido con el presidente Bukele, un encuentro que calificó como «cordial», pero en el que se evidenció que «tenemos criterios diferentes acerca de los acontecimientos del 1 de mayo».
Para las voces que aún piden que volvamos al pasado.Con mucho respeto y cariño:Los cambios que estamos realizando son IRREVERSIBLES.No vamos a volver al pasado, iremos hacia el futuro.Quisiéramos que nos acompañaran, pero si no lo desean, los comprendemos.Bendiciones.
— Nayib Bukele 🇸🇻 (@nayibbukele) May 12, 2021
Fiel a su estilo, Bukele respondió a Washington con un tuit que deja poco margen a las interpretaciones: «Los cambios que estamos realizando son IRREVERSIBLES. No vamos a volver al pasado, iremos hacia el futuro. Quisiéramos que nos acompañaran, pero si no lo desean, los comprendemos».
Relación asimétrica y peculiar
En otras latitudes quizá no tanto, pero la tensión que estos días se vive entre El Salvador y Estados Unidos es algo realmente inusual. Ni siquiera durante los dos gobiernos de la exguerrilla del FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional) se tensó tanto la relación.
Estados Unidos es, de largo, el principal socio comercial. En 2020, la potencia hemisférica fue el destino del 39% de las exportaciones salvadoreñas, y de allá procedieron el 26% de las importaciones.
Pero la relación entre ambos países va mucho más de la economía. Se estima que entre 2,5 y 3 millones de salvadoreños residen en Estados Unidos, una cifra descomunal si se tiene en cuenta que El Salvador es un país de menos de 20.000 kilómetros cuadrados y 6,8 millones de habitantes. Es raro hallar a un salvadoreño que no tenga a algún familiar en ‘el Norte’.
Los migrantes salvadoreños radicados en Estados Unidos enviaron a su país en 2020 más de 5.700 millones de dólares en remesas, cifra que representa casi el 90% del presupuesto general del Estado aprobado para ese mismo año.
El dólar estadounidense es la moneda oficial de El Salvador desde enero de 2001.
«Lo que estamos viviendo ahora es muy grave», remarca el politólogo Napoleón Campos, quien está convencido de que Washington anunciará sanciones en las próximas semanas.
El presidente Bukele, por su parte, se escuda en que «el pueblo» apoya los descabezamientos en la Sala de lo Constitucional y en la Fiscalía, y que esas medidas son la consecuencia lógica de la aplastante victoria electoral que el bukelismo obtuvo el 28 de febrero, que le otorgó mayoría calificada en la Asamblea Legislativa.
En las calles, la única manifestación de protesta contra el golpe institucional del 1 de mayo ocurrió al día siguiente, el 2 de mayo, y apenas congregó a 400 personas en una plaza de San Salvador.
Habla el Crisis Group
El tanque de pensamiento International Crisis Group comenzó a estar pendiente de El Salvador en 2016, cuando abrió una oficina para monitorear el Triángulo Norte. Tiziano Breda es el analista para Centroamérica del Crisis Group.
Consultado por RT sobre las tensiones crecientes entre San Salvador y Washington, Breda dijo esto: «Con la administración Trump, Bukele se acostumbró a que Estados Unidos haría la vista gorda sobre los acontecimientos políticos domésticos a cambio de concesiones en el tema migratorio. El cambio de tono de la administración Biden, enfocada en la lucha contra la corrupción y muy crítica de algunas decisiones de Bukele, está en el centro de la actual inflexión«.
Para el analista del Crisis Group, el escenario de sanciones a corto plazo desde Washington contra la administración Bukele que prevé el politólogo Napoleón Campos, es realista. Tras la visita del enviado Zúñiga, «la Casa Blanca seguramente esté evaluando qué medidas puedan ser las más efectivas para detener algunas tendencias poco democráticas del gobierno de Bukele», dice Breda.
China expectante
El distanciamiento del presidente Bukele con Estados Unidos coincide con un acercamiento a China, país con el que El Salvador restableció relaciones diplomáticas en 2018. Nueve de cada diez vacunas contra la covid-19 que han llegado a El Salvador son CoronaVac, de la farmacéutica china Sinovac Biotec.
En una entrevista concedida a RT en abril, la embajadora en El Salvador, Ou Jianhong, explicitó la voluntad de China de «llevar la relación de amistad entre los dos países a un nuevo nivel».
Consultados sobre la posibilidad de que las hipotéticas sanciones de Washington hagan que se intensifique la relación entre Pekín y San Salvador, ni Napoleón Campos ni Tiziano Breda creen que sea un escenario probable.
«China no juega un rol relevante en Centroamérica», dice el politólogo Campos. «Es difícil medir hasta qué punto China esté dispuesta a invertir en un país pequeño como El Salvador», dice Breda.
Antes de abordar el avión que lo regresó a la capital estadounidense, el enviado de Biden, Ricardo Zúñiga, explicitó que esa es, hoy por hoy, una de las líneas más rojas: «China representa una opción más autoritaria, más cerrada, más dirigida por el Estado; y nosotros, claro, estamos preocupados cuando hay posibilidad de una expansión de esa visión de China».
Roberto Valencia desde San Salvador (El Salvador)
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