EE.UU. tuvo un papel secreto en un ataque de las fuerzas de Nigeria que mató a más de 120 civiles, revela un documento previamente secreto
EE.UU. desempeñó en 2017 un papel no reconocido en el bombardeo de un campo de desplazados internos en Nigeria que mató a más de 120 civiles, muchos de ellos niños, informó este jueves The Intercept, citando un documento militar estadounidense anteriormente secreto que fue obtenido por el medio.
Según revelaron los supervivientes del ataque, un avión de vigilancia sobrevoló el campamento de desplazados de la ciudad de Rann, cerca de las fronteras con Camerún y Chad, que albergaba a 43.000 personas y estaba controlado por el Ejército nigeriano, antes de que otra aeronave bombardeara la zona en la que la población sacaba agua de un pozo. A continuación, el avión lanzó otra bomba sobre las tiendas de campaña de los civiles que se refugiaban allí, agregaron.
La Fuerza Aérea nigeriana lamentó haber llevado a cabo aquel ataque aéreo, que también causó la muerte de nueve trabajadores humanitarios y heridas graves a más de 120 personas y destruyó al menos 35 estructuras, incluidos los refugios para víctimas de la guerra que se habían visto obligadas a abandonar sus hogares. Según explicó el general de división John Enenche, director de información de defensa de Nigeria, la Fuerza Aérea nigeriana bombardeó el campamento porque «el lugar no estaba reflejado en el mapa operativo como una base humanitaria» y «por lo tanto, aparecía como un lugar que igualmente podía ser utilizado para actividades enemigas», en concreto del grupo terrorista Boko Haram.
Investigación de EE.UU.
En el documento conseguido por The Intercept, ese ataque contra el grupo terrorista Boko Haram fue mencionado como una «operación estadounidense-nigeriana». Las pruebas sugieren que, apenas unos días después del ataque, el Mando de EE.UU. en África (AFRICOM) encargó en secreto al general de brigada Frank J. Stokes, subdirector de la dirección de estrategia, compromisos y programas, que llevara a cabo una «investigación para determinar los hechos y las circunstancias de un ataque aéreo cinético efectuado por las fuerzas militares nigerianas en los alrededores de Rann, Nigeria».
Las redacciones del documento, obtenidas bajo la Ley de Libertad de Información de EE.UU., hacen imposible determinar el alcance total de la participación de Washington en el ataque aéreo, pero las instrucciones oficiales de Stokes sugieren que Estados Unidos proporcionó inteligencia u otro tipo de apoyo a los militares nigerianos, apunta el medio. «Usted reunirá y preservará cualquier información de fondo que sea relevante para una comprensión completa de las operaciones entre Estados Unidos y Nigeria, como este ataque», reza el documento.
El mandato de Stokes incluía una investigación sobre la forma en que el país norteamericano compartía información con el Ejército de Nigeria, los protocolos relativos a su uso y «los procedimientos de información posterior a la acción cuando la información compartida se utiliza en un ataque (por ejemplo, los informes de evaluación de daños en la batalla)». Además, recibió instrucciones de no centrarse «en ninguna persona u organización que haya participado en ese ataque» ni «hacer recomendaciones sobre las medidas disciplinarias que se tomarán». También fue maniatado oficialmente en términos de responsabilidad. «Usted no tiene ninguna autoridad para exigir evidencia potencialmente incriminatoria de ningún miembro del Servicio, empleado civil de los EE.UU., personal de contratistas que apoyen las operaciones de los EE.UU. o personal militar extranjero», se agrega en el documento.
La investigación indica que no se trató de un bombardeo nigeriano ordinario que salió mal. Un exfuncionario del Pentágono que habló con la revista bajo la condición de anonimato apuntó que nunca se había encontrado con una investigación de Estados Unidos sobre un ataque aéreo de un aliado. Las conclusiones de la investigación nunca se hicieron públicas.
Por su parte, Ryan Essman, portavoz adjunto de la Oficina de Asuntos Africanos del Departamento de Estado, declaró que Washington «se relaciona de manera rutinaria con las Fuerzas Armadas de Nigeria para reforzar activamente la protección civil y las prácticas de derechos humanos a través de esfuerzos de profesionalización de las fuerzas de seguridad que buscan crear una fuerza moderna y eficaz» Asimismo, insistió en que EE.UU. «no estuvo involucrado» en el ataque de Rann.
«Es de vital importancia que EE.UU. reconozca el daño civil causado»
«Las víctimas civiles y los ciudadanos estadounidenses y nigerianos merecen respuestas sobre cualquier papel de Estados Unidos en ese devastador ataque», declaró Annie Shiel, asesora principal para EE.UU. en el Centro para Civiles en Conflicto (CIVIC). «¿Cuál fue exactamente la participación de Estados Unidos? ¿Cuáles fueron las conclusiones de la investigación —incluidas las conclusiones sobre infracciones— y qué tipo de responsabilidad reconoce Estados Unidos por el grave daño causado?», añadió.
Shiel apuntó que, «a medida que EE.UU. continúa profundizando su asistencia de seguridad a Nigeria, incluso a través de ventas recientes de armas, también se necesita mucha más transparencia sobre los pasos que se han tomado para prevenir y responder al daño civil utilizando la asistencia estadounidense».
«Es de vital importancia que EE.UU. reconozca y tenga en cuenta el daño civil causado en operaciones asociadas», dijo a The Intercept Brian Finucane, asesor principal del International Crisis Group y exasesor legal del Departamento de Estado. «Si las fuerzas estadounidenses se asociaran con las fuerzas nigerianas o proporcionaran un apoyo operativo concreto, podrían tener motivos para preocuparse por este ataque», añadió.
No se sabe exactamente cuántas personas murieron en el bombardeo. Agnès Callamard, entonces relatora especial de las Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, recibió una lista con los nombres de 127 víctimas, dos tercios de las cuales eran niños. Testigos que participaron en los funerales afirman que en el cementerio de Rann fueron enterradas 167 víctimas, mientras que un funcionario del Gobierno local cifró el número en 236 muertos.