Desorientación vocacional perjudica al desarrollo de Ecuador
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El desconocimiento hace que se elija carreras tradicionales y esto provoca: que el joven se quede sin cupo en una universidad pública o deje el estudio a medio camino. Un estudiante llega a costar hasta $8.000 al Estado.
Cada año se transforma en un ‘martirio’ conseguir un cupo universitario público para la carrera anhelada por los jóvenes, pero también hay quienes se dan el ‘lujo’ de rechazar una oferta académica. Esto pasa -en medida- por la falta de orientación vocacional, según Alejandro Ribadeneira, titular de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).
De 90 mil a 120 mil se amplió el cupo para el ingreso a las universidades públicas. Hubo 255 mil inscritos para el test Transformar, de esos, 226 mil rindieron el examen y de los 120 mil que accedieron, 13 mil -aproximadamente- rechazaron la carrera determinada.
El problema está detectado y el Gobierno debe orientar a los jóvenes, quienes al momento de elegir una profesión -en ciertas ocasiones- se sienten presionados por la sociedad que piensa: “si quieres tener dinero y éxito debes escoger Derecho o Medicina y eso no es verdad”, dice Ribadeneira.
¿Los 30 mil cupos que se incrementaron para qué carreras fueron?
En todas las áreas. Pero siguen apuntando a las tradicionales (Derecho, Medicina, Enfermería) y dejan de lado otras importantes, como hidrología, psicología educativa e innovación social.
Lo que tenemos que mirar es de qué manera podemos aportar para difundir las ventajas de las carreras que no son demandadas y en eso nos encontramos con la Dirección de Comunicación y con la Dirección de Acceso a la Educación Superior.
¿Cuál será la estrategia para orientar a los estudiantes?
La propuesta es trabajar con el Ministerio de Educación para que el examen de test vocacional -implementado desde el año pasado- se tome en segundo de Bachillerato y no en tercero, para que tengan más tiempo para orientarse.
¿Desde cuándo?
Tenemos que definir las fechas con el Ministerio de Educación. (Podría ser cuando empiece) el régimen Costa, en mayo; y Sierra, en septiembre. La intención es ofrecer para todos (es decir, tanto público como privado).
Otra alternativa para guiar a los estudiantes sería difundir información de los sectores donde hay más empleo.
¿Se tiene planificado?
Estamos trabajando en la vinculación con el sector que va a dar más número de empleos en el futuro: el privado. Estamos haciendo acercamientos para que nos diga en qué áreas necesita talento calificado. Pero no solo a corto plazo, sino también una proyección para los próximos años.
Ribadeneira afirma que la intención no es “obligar” a que los jóvenes escojan determinada carrera, pero, como las cifras lo muestran, urge un ajuste en la orientación vocacional.
“Hay casos raros. Por ejemplo, como primera opción postulan Medicina en la Universidad Central y la segunda, Ingeniería Civil en una universidad de provincia. Las competencias que uno necesita para el área de salud son diferentes a una ingeniería. No tiene lógica. El problema es que la gente está desorientada. Apuesta a carreras tradicionales, porque la sociedad le ha convencido de que si quieres tener dinero y éxito tienes que escoger Derecho o Medicina y eso no es verdad. Esto genera deserción, causando triple perjuicio: económico para el Estado, baja tasa de retención para la universidad y, el más importante, el tiempo perdido de la persona, que no lo va a recuperar. Hay que orientar”
¿Hay cifras de deserción y cuánto representa económicamente al Estado?
Estamos haciendo una corrida con la Subsecretaría de Instituciones de Educación para afinar esos detalles, que son proporcionados por las universidades y nos permitirá saber cuánto impacto tiene la mala elección de los estudiantes. Los índices de deficiencia terminal y deserción en los primeros semestres es un problema.
¿Pero, hay cifras?
Depende de la universidad y la carrera. Es difícil.
¿Cuánto le cuesta al Estado un estudiante de una universidad pública de tercer nivel?
Varía de acuerdo a la universidad. Entre 8.000 y 3.000, cada año. En el primer caso puede corresponder a una universidad politécnica, como la del Litoral, porque requieren más inversión. El segundo, como la Central; pero variará de acuerdo a la carrera, hay unas que cuestan más, como Medicina.
Preparación para el test Transformar
Alejandro Ribadeneira, secretario de la Senescyt, dijo que desde esta semana posiblemente esté listo un curso para preparar a los jóvenes para el test Transformar, que “no es un examen de conocimiento, sino de capacidades, competencias y habilidades”.
Será de libre acceso, tanto para Bachilleres como para quienes no han podido acceder todavía a un cupo para una universidad pública.
Carreras rechazadas por jóvenes ecuatorianos
Universidades
- Gerencia y liderazgo
- Gestión deportiva
- Hidrología
- Marketing e inteligencia de mercados
- Geociencia (hubo 42 cupos y 7 aceptaron)
Institutos
- Tecnología audiovisual (21 cupos y un postulante)
- Gerontología (20 cupos y uno aceptado)
- Tecnología Superior en Desarrollo Ambiental (18 cupos y uno aceptado) Tecnología Superior en Gestión de calidad (50 cupos y uno aceptado)