De surfear con tapas de poliestireno de neveras al oro olímpico: la inspiradora historia del brasileño Italo Ferreira
Tras un sentido abrazo junto a dos miembros de su equipo y muchas lágrimas de felicidad, Italo Ferreira fue sacado del agua a hombros. A sus 27 años, el brasileño, proveniente del empobrecido nordeste de Brasil, se convirtió este martes en el primer campeón olímpico de surf y consiguió la primera medalla de oro para su país en los Juegos de Tokio.
La inminente llegada del tifón Nepartak convirtió el mar de Tsurigasaki, a unos 100 kilómetros al sur de Tokio, en un escenario perfecto para disputar la competición de este deporte debutante en unas olimpiadas.
Pero tras la primera ola, la tabla del brasileño se partió en dos al intentar realizar una maniobra. Segundos después, Italo nadaba hasta la arena para hacerse con una nueva y volver al mar determinado a hacer historia.
«Cuando uno se para a pensar en tu historia y de donde vienes …», le comentó un periodista de O Globo en una entrevista poco después de su victoria. No pudo terminar la frase.
Italo se echó a llorar desconsolado, se tapó los ojos con las manos. Incluso al periodista se le quebró la voz emocionado.
«Mi intención es ayudar a las personas, a mi familia (…) Ojalá mi abuela estuviera viva para ver esto. Estoy muy feliz de ver en lo que me he convertido, por lo que hice por mis padres. Siempre pedí que este sueño se hiciera realidad y sucedió», aseguró. Pero, ¿quién es y de dónde viene este hombre del que todo el mundo habla hoy en Brasil?
Pasión desde niño
Italo nació en Baía Formosa, una ciudad de 8.000 habitantes, en el estado de Río Grande do Norte, conocida por su belleza natural y sus playas casi desérticas. Como en todo el país, allí el fútbol es uno de los deportes favoritos de los jóvenes, pero el surf está casi a la par.
Italo tenía ocho años cuando se enamoró de este deporte, pero no consiguió su primera tabla hasta los 10. Hasta entonces acostumbraba a surfear con tablas prestadas y con las tapas de poliestireno de las neveras donde su padre almacenaba el pescado para vender.
Desde que se subió a esa primera tabla, Italo ha ido conquistando títulos, y en 2019 se alzó como campeón mundial del World Surf League (WSL) en Hawai, convirtiéndose en el tercer brasileño en conseguirlo.
«Cuando vienes de abajo, cuando pasas dificultades, uno tiene más voluntad, más garra, más determinación. No ha sido diferente conmigo», dijo.
Sin olvidar su ciudad, sus raíces y su gente, el surfista, que se ha convertido en un modelo e inspiración para los jóvenes de Baía Formosa y de todo Brasil, recordó que está en marcha el Instituto Italo Ferreira para ayudar a los niños en situación de vulnerabilidad a través de este deporte.
«Con esta oportunidad podré aportar un poco más a la evolución de esta nueva generación. Poder tener a estos chicos dentro del instituto, enseñarles y mostrarles que es posible, que también pueden llegar a conseguir su objetivo«, aseguró.
Y ese proyecto ya tiene sede: la casa donde vivía su abuela, Dona Mairiquinha, fallecida dos años atrás, la gran inspiración de este atleta que el martes, ya convertido en leyenda, le dedicó su oro olímpico.