Con Bad Bunny, Tommy Torres se sale de su zona de confort

Tommy Torres lanzó el viernes “El Playlist de Anoche”, su primer álbum en nueve años, que coescribió y corprodujo completamente con Bad Bunny. La idea fue del astro puertorriqueño de la música urbana, con quien Torres nunca había trabajado, y la curiosidad lo llevó a aceptar la invitación.

Para su sorpresa, el cantautor y productor de música pop encontró en el rapero a un artista mucho más parecido a él de lo que imaginaba, y se permitió salirse de su zona de confort.

El resultado son nueve canciones que fusionan rock, R&B y música alternativa, sonidos tropicales, reggae y baladas pop. Aunque no hay trap ni reggaetón, la presencia de Bad Bunny es indudable. Y la esencia de Torres está ahí.

Torres, quien desde su álbum “12 Historias” se mantuvo activo lanzando sencillos (además de producir y/o componer para otros, como Alejandro Sanz, Kany García, Ricky Martin y Jesse & Joy), dijo en una entrevista reciente con The Associated Press que extrañaba crear un disco suyo por la libertad artística que esto implica.

“He lanzado un sinnúmero de sencillos desde el 2012 para acá y han funcionado… pero se siente uno como incompleto, como que dijiste una frase y te fuiste. Como un tuit”, dijo en una videollamada desde su estudio en Miami. “Siento que el ‘statement’ artístico se pierde un poco cuando haces las cosas por separado, y también siento que, cuando uno hace singles, hay mucha presión de que cada single sea un hit. Y hacer arte no es hacer un hit”.

“El Playlist de Anoche” abre con la introducción R&B “Toda la noche”, la única pieza en la que se escucha brevemente a Bad Bunny, e incluye temas como “Marea”, con sabor a reggae; “No prometo nada”, con un estribillo rock; la dulce “No lo quiero dañar” y la favorita de Torres, “Cactus”, debido a la dificultad que le presentó a nivel de interpretación.

Torres habló sobre el proceso creativo de esta sorpresiva colaboración. Las respuestas fueron editadas para mayor brevedad y claridad. (Bad Bunny, cuyo verdadero nombre es Benito Martínez, no estuvo disponible para esta entrevista).

AP: ¿Cómo surgió esta colaboración entre dos artistas tan diferentes? O quizás a ti no te parecía que lo eran…

Torres: No, a mí me pareció que éramos diferentes también. Precisamente esa curiosidad fue la que me llevó a querer hacerlo. La idea fue de él. Él habló con su management y les dijo: “Me gustaría juntarme con Tommy, tengo unas ideas ahí pero son más pop, no son tan Bad Bunny”. Yo usualmente colaboro para otros artistas, produzco discos para otros artistas, escribo para otros artistas, pero mis discos los hago solo, con mi banda, con mis colegas y demás, pero nunca había hecho esto de colaborar así un disco completamente a la par con alguien como si fuera una banda, escribir todas las canciones juntos, producir todo el disco juntos, tomar todas las decisiones juntos. Cuando me llegó la llamada de (la disquera) Rimas (Entertainment, que ambos artistas comparten), me dicen: “Yo sé que te puede parecer una cosa bien fuera… pero ustedes son más parecidos de lo que tú te imaginas en términos de cómo ven el arte, de cómo ven la música, de cómo ven la carrera, cómo son en personalidad”. Pero para mí más que nada fue… ¿qué podría salir de este junte tan raro, tan inesperado?

AP: ¿Y qué fue lo que encontraste?

Torres: Fue una experiencia de sacarme de mi “confort zone”, de olvidarnos de cualquier fórmula que uno tiene en la cabeza. Mi miedo era que fuéramos quizás un poco a pensar, “vamos a mezclar un poco de reggaetón, un poco de trap, esto otro para entrar en ciertos charts”, porque uno tiene la idea de que en el mundo urbano todo es así, todo es “marketing before substance” (mercadeo antes que sustancia), pero la realidad es que Benito no es así; el piensa arte, arte, arte, y después se preocupa por el mercadeo. Eso fue lo que sentí, que no había ninguna idea (preconcebida). ¿Te gusta esto? Bueno, vamos. Oye, ¿qué tal esto? Él me propuso varias ideas que ya tenía desde antes, yo saqué la guitarra, como que encontré de qué manera hacerlas mías… Y pues de ahí salió este disco.

AP: ¿Cómo fluyeron esas dos energías en el estudio?

Torres: Pues mira, me llevé mi guitarra, me llevé mi teclado, computadora, micrófonos, un ingeniero de sonido que se llama Joel Iglesias que fue súper importante en este disco. Y la mayoría del tiempo estuvimos hablando de música (risas), y luego creando. A veces Benito venía con unas ideas grabadas en su teléfono o escritas, letras, o un coro de una canción solamente, un verso, y a veces era yo. Nos encontrábamos todos los días en un Airbnb en Los Ángeles por casi dos semanas (en enero), a ver qué sale hoy. Pero antes de que él llegara ya yo tenía tres o cuatro ideas en el iPhone, o él ya tenía unas ideas que había hecho por su lado, y nos juntábamos tan cual como una banda se reúne y uno de los integrantes trae una idea y el otro la escucha y dice “hmm, está chévere pero yo le cambiaría esto”, y buscan la manera de encontrarse. Creo que coincidimos mucho en el rock, definitivamente en el rock medio indie. Coincidimos mucho en la parte romántica de querer emocionar.

AP: El álbum fusiona distintos estilos. ¿Cómo lo clasificarías?

Torres: Musicalmente, si tuviéramos que decir un género pues obviamente es pop, porque hay muchos ganchos, muchas melodías cantables. (Pero) dentro de ese marco sí hay muchos matices del rock, porque hay mucha guitarra en el disco. También hay muchos matices electrónicos, que creo que es lo que Benito trajo a la ecuación. A mí me encanta la música electrónica, pero nunca la había combinado con el rock o con las guitarras de esta manera particular. Básicamente mi “background” (historial) es tocar con bandas en vivo, con bateristas y todo lo demás, y el “background” de él es hacer música en una laptop con “headphones” (audífonos). Diría que no es música para bailar; es música que te levanta a brincar, porque tiene mucha energía. Pero ciertos fraseos de Benito sí se podrían considerar urbanos.

AP: ¿Qué canción del álbum te resultó más difícil de interpretar, y cuál es tu favorita?

Torres: La más difícil fue “Cactus”. Posiblemente es mi favorita en este momento por la misma razón: dicen que lo que da trabajo uno lo aprecia más. Era la más lejana de mi “comfort zone”, como quien dice. Cuando Benito trajo esa canción, y empieza a cantarla así, leyéndola de una nota, yo le digo: “Me encanta, me encanta, me encanta, pero es tan tú que yo tendría que nacer de nuevo para poder frasearla de esa manera”. Porque mis fraseos y mis melodías siempre dejan mucho espacio, es otra manera más melódica de cantar, y la de él es tatatatatatatatá… insistente. “¿En qué momento tú respiras ahí?” (risas). Le dije, “Cántala tú y yo me la aprendo escuchándote a ti”. Y así poco a poco fui entendiendo más o menos dónde están los acentos, dónde está el truco, hasta el punto que cuando la canté luego, varias veces después, se la envío y le digo: “Bueno, aquí está. ¿Qué tú crees?” Y le encantó. Es la canción donde creo que más vas a notar la influencia de él en la melodía y donde yo definitivamente tuve que aprender un nuevo lenguaje.