Cómo conducir sobre hielo y nieve
Cómo conducir sobre hielo y nieve. El alemán Walter Röhrl se proclamó dos veces campeón del mundo de rally y obtuvo cuatro conquistas en el Rally de Montecarlo. Su carrera deportiva se remonta a 1968. Durante varias décadas condujo sobre todo tipo de superficies, también sobre hielo y nieve. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Según el profesional, para conducir sobre pistas congeladas o cubiertas de nieve, se requiere contar con un coche a prueba de invierno. Es decir: aditivos de invierno para el refrigerante y el agua del limpiaparabrisas, una iluminación adecuada y escobillas en buen estado para el parabrisas.
Además, se requieren neumáticos de invierno con una profundidad de la banda de rodadura de al menos 4 milímetros: «La profundidad mínima legal de 1,6 milímetros es absolutamente inútil en invierno sobre la nieve», afirma Walter Röhrl. En las montañas o regiones muy nevadas, se necesitan cadenas de nieve adecuadas. «Las maniobras de dirección y conducción solo funcionan si las ruedas tienen suficiente agarre», explica el ex piloto de rally.
El experto recomienda asimismo despejar todos los cristales antes de arrancar. «Una limpieza parcial hace que los conductores solo puedan observar el tráfico de forma insuficiente y reaccionen con demasiada lentitud. Eso es peligroso e innecesario», asevera Röhrl. Antes de entrar al vehículo, recomienda quitar la nieve de los zapatos y la ropa, así como quitarse la chaqueta o el abrigo. Cuando la nieve se descongela en el coche, los cristales se empañan más rápido y la ventilación tiene que trabajar más.
Los gruesos abrigos de invierno limitan la libertad de movimiento y el cinturón de seguridad no se ajusta bien al cuerpo. «Nunca se debe conducir con guantes gruesos y gorros. Con los guantes, el volante no se sujeta bien, y el gorro puede obstruir la vista», señala Walter Röhrl.
Una vez en la carretera, es aconsejable adaptar la velocidad y conducir con previsión: lo más importante en la nieve y el hielo es adaptar la velocidad. Solo los que conducen despacio tienen tiempo suficiente para reaccionar de acuerdo a las condiciones de las carreteras en invierno. «Si se conduce demasiado rápido hacia una curva, apenas se puede controlar el coche. El hombre y la máquina no pueden burlar los límites físicos», afirma Röhrl.
Otro consejo es maniobrar lo menos posible, sobre todo en la nieve: «En superficies resbaladizas y deslizantes, el conductor que maneja el acelerador, el embrague, el freno y la dirección con sensibilidad conducirá con suavidad», asevera Walter Röhrl. Por consiguiente, es necesario acelerar, frenar y girar con más suavidad. Sin embargo, en el caso de una frenada de emergencia, lo único que ayuda es pisar el pedal del freno a fondo para que el sistema antibloqueo de frenos (ABS) pueda intervenir con la mayor rapidez y eficacia posible.
En el caso de que el coche resbale, se recomienda no asustarse, ya que, cuando un coche patina, disminuye automáticamente la velocidad. Los pilotos deben entonces quitar el pie del acelerador y frenar suavemente. El ABS contribuye a que no se pierda el control sobre el vehículo. Importante: los neumáticos siempre apuntan en la dirección en la que debe ir el coche. «Si se puede hacer una maniobra de contraviraje, mejor hacerlo solo un poco, normalmente un cuarto de vuelta del volante es suficiente para que el coche vuelva al carril», aconseja Röhrl.
Movimientos y frenadas bruscas solo empeoran la situación: «Las maniobras de giro en dirección contraria dependen de cuán rápido se sienta que el vehículo ha perdido agarre en la parte trasera: cuanto antes, menos, los que reaccionen tarde, más», explica Röhrl.
La práctica hace la perfección: si nunca se ha llegado con un coche a sus límites físicos, se debería probarlo en un curso de seguridad al volante. Entre otras cosas, en ellos se aprende cómo se comporta un vehículo en condiciones de deslizamiento y cómo reaccionar correctamente en situaciones límite. Es necesario practicar el contra- y el sobreviraje. «Si nunca se lo ha hecho, no se debería practicarlo en la vía pública. Rara vez funciona», advierte el profesional.
La nieve, el hielo y las carreteras resbaladizas exigen la plena concentración del conductor. Esto también incluye imaginar y pensar en nuevas situaciones. En los puentes, los vientos cruzados pueden empujar el coche; en una zona boscosa, la carretera puede volverse repentinamente helada; o después de una zona boscosa puede haber repentinamente nieve en la carretera. «Los pensamientos tienen que estar puestos en la conducción y en ningún otro sitio», puntualiza Röhrl.
La nieve no tiene por qué ser necesariamente resbaladiza. Asimismo, la nieve fría y compacta puede seguir ofreciendo suficiente agarre y, por lo tanto, una buena conducción. La nieve granulada es más resbaladiza, hay que tenerlo en cuenta. Y ni siquiera un piloto profesional de rally conduciría en hielo negro. Es más sensato esperar unas horas hasta que el hielo se haya descongelado o la nieve haga que la superficie resbaladiza vuelva a ser transitable.
Solo quien está bien sentado al volante pueden reaccionar rápidamente en situaciones peligrosas. «Tirar del volante con los brazos completamente estirados no ayuda. La posición correcta al sentarse es siempre importante», explica Röhrl. El conductor debe ser capaz de pisar a fondo el freno con la pierna casi estirada. Solo debe haber un ángulo de flexión residual en la rodilla. Los muslos deben descansar lo máximo posible sobre el asiento.
En la posición ideal de dirección, las manos están a las tres y a las nueve sobre el volante y los codos están ligeramente doblados. El extremo superior del volante debe estar al alcance de la mano sin tener que levantarse del asiento. Al mismo tiempo, la espalda está lo más cerca posible del respaldo. Para evitar que la zona de la cabeza y el cuello se lesionen en caso de colisión, el reposacabezas estará a ras de la parte superior de la cabeza y lo más cerca posible de la parte posterior de la misma.