Ama Quilla, Ama Llulla, Ama Shua, el legado indígena que busca armonía
Alrededor de 1’018.176 ecuatorianos se autoidentifican como indígenas; no obstante, no constituyen un grupo homogéneo pues están conformados por pueblos y nacionalidades cuyas visiones y costumbres, aunque tengan aspectos en común, son diversas.
No ser ocioso, no mentir, no robar es la traducción (del quichua) del principio indígenaAma Quilla, Ama Llulla, Ama Shua.
Este fundamento compone solo una de las normas de vida que rigen a los pueblos indígenas; su origen es el resultado de procesos de conquista, resistenciayevolución que van desde la época cañari hasta el período incaico, pasando por la época de conquista en la colonia y la posterior lucha por la reivindicación de los derechos de este sector.
“Por ello, sus inicios bien podrían anclarse al nacimiento mismo de esta población”, dice Rodolfo Kusch en su obra “El pensamiento indígena y popular en América”.
El texto: Encuentro de cosmovisiones, de Live Danbolt Drange, señala que los diversos principios buscan el equilibrio e involucran espacios económicos, de regulación de tiempoy espacio, de ética y convivencia, etc., todos cimentados en una metaconciencia cuyo eje central es la Pachamama.
Roberto Ochoa Dávila, líder indígena conocido como Taita Roqui, sostiene que el Ama Quilla, Ama Llulla, Ama Shua es un principio de tipo ético y su principal objetivo es la convivencia en armonía basada en la reciprocidad.
“Esta norma es muy importante, es el epicentro de la comunidad, de los derechos colectivos para vivir en armonía”.
El milenario y peculiar sonido de la quipa acompaña una marcha organizada por parte de los defensores de la naturaleza en Azuay.
Ama Quilla (no ser ocioso) se basa en el trabajo y su relación con la tierra. El indígena se concibe a sí mismo como hijo de la Pachamama o Madre Tierra y la mejor forma de rendirle respeto es a través del trabajo, que debe realizarse con profundo cuidado, sin dañarlo.
Las personas perezosas no solo vulneran la tierra y la creación, también atacan a toda la comunidad y a su propia integridad produciendo desequilibro y alterando la convivencia.
El trabajo no se enfoca solo en la producción de dinero y el sostén de la familia, mucho menos en el ideal de acumulación y riqueza; este va orientado al servicio de la comunidad, mediante actividades como la minga.
Ama Llulla (no mentir) promulga el respeto por la verdady la integridad. Su fin es ser fiel a sí mismo, al lugar de procedencia y a la comunidad que lo acoge.
La sinceridad es clave para el pueblo indígena pues la consideran el primer paso hacia la fidelidad, la cual contribuirá con el fortalecimiento de la familia -en primera instancia- y luego de toda la comunidad.
Ama Shua (no robar) fomenta el respeto por las pertenencias ajenas, así como la correcta distribución de los bienes colectivos.
Transgredir esta norma es una enorme ofensa para este sector debido a que amenaza directamente con la economía de las familias y, en consecuencia, con su bienestar y el de la comunidad.
La adopción de medidas de seguridad para prevenir el robo y los fuertes castigos a quienes incumplan estos preceptos son ejes fundamentales en asambleas de todos los pueblos y nacionalidades.
Los desacatos a este principio se traducen en severas sanciones. Taita Roqui expresa que este tiene dos estadios, el espiritual y el comunitario.
“El desmoronamiento espiritual es lo primero que llega, él ha atacado a su espíritu, lo ha puesto en la sombra. Luego está toda la cuestión de la ley indígena, que involucra las sanciones por faltar a las reglas impuestas por la comunidad y el desequilibrio producido”.
En el caso de la ociosidad, la afectación directa es la inestabilidad económica del entorno familiar; a esto se suma el reproche de la comunidad que incluye la exclusión en toma de decisiones y el impedimento en el acceso de bienes comunitarios.
El robo es una de las faltas más graves que incluso supone la exclusión definitiva del grupo. El ritual del agua helada y la ortiga, si bien es cierto, representa una penitencia, también forma parte de una ceremonia de limpieza que busca alejar los malos pensamientos y devolver el equilibrio y la armonía interior al implicado.
La quema del incienso se convierte en un elemento purificador dentro de las personas que forman parte de las comunidades campesinas en Azuay.
Jesús Contreras Hernández en su obra “Subsistencia, ritual y poder en los Andes” evidencia que las penitencias son parte medular en las comunidades indígenas ya que no solo se conciben como sanciones sino como promotoras de reflexión y cambio de actitud.
El cabal cumplimiento de estos principios conduce al Sumak Kawsay, conocido como buen viviro vida en plenitud, cuya idea central es la relación armónica y recíproca hombre-naturaleza-sociedad, que garantiza la vida de todos los seres.
Al respecto, Liz Zhingri, activista independiente, resalta que la génesis de estos principios es la resistencia al capitalismo, al patriarcado y a los sistemas de opresión.
“Estos adquieren sentido gracias a la praxis. Si no los entiendes no puedes simplemente traducirlos, pierdes legitimidad ante quien te escucha, fácilmente quedas en evidencia y tu discurso se convierte en una mera pose”.
Estos dogmas ganan terreno en sectores que antes fueron vedados y poco a poco se apropian de espacios públicos. (I)