Albán: «En 20 años nunca hice un currículo y me tocó elaborarlo para la terna»
Su niñez y adolescencia transcurrió en el barrio Centenario de Guayaquil, al sur de la urbe. De niño acompañaba a su abuelo, el coronel de Caballería del Ejército, Agustín Albán Borja, a su oficina y al puerto marítimo para ver los desembarques.
Sus estudios primarios los realizó en la escuela La Moderna y los secundarios en el colegio Javier.
El tema del comercio siempre le llamó la atención, no por nada su familia fue la propietaria de la empresa Macisa, ya desaparecida.
Su abuelo y su padre (Agustín Albán González) fueron los promotores de la construcción del centro comercial Albán Borja. “Era pequeño, habré tenido unos 13 años y acompañaba a mi padre a los viajes con los arquitectos y las empresas que lo diseñaron”, recuerda.
Al él rememorar esa etapa de su vida, salta la pregunta: ¿Cuándo usted comenzó a frecuentar el centro comercial no se perdía allí adentro? Albán se ríe y responde que lo conocía muy bien, pero que sí le tocó escuchar esa queja con frecuencia.
Con ese espíritu emprendedor y una visión temprana empresarial, en 1986, una vez que culminó el bachillerato, aplicó a universidades americanas. Una de ellas lo aceptó.
Durante tres años, todas las Navidades y veranos retornaba a Ecuador para reunirse con su familia y amigos.
En 1990 obtuvo el título de Bachelor of Arts (B.A.) tanto en Economía como en Filosofía Política con Honores en ambas carreras por la Brown University de Providence, Rhode Island USA.
Ese mismo año empezó su carrera profesional en Nueva York, en el grupo Mergers & Acquisitions en Citibank.
Para entonces ya se le hacía difícil regresar a su país de origen, añorando el reencuentro familiar y la comida típica de Guayaquil, pues confiesa que su debilidad son los ceviches con chifle.
Su carrera crecía a pasos presurosos tanto así que en 1992 fue miembro del equipo de CS First Boston, que asesoró al gobierno mexicano en la privatización de 18 bancos.
Allí ayudó en la recaudación de $ 12.3 billones. “Me gustaba mucho lo que estaba haciendo y era básicamente finanzas corporativas”.
Con un camino ya trazado en las finanzas, las visitas a Ecuador eran esporádicas, pero jamás se desligó de sus compañeros de colegio y, sobre todo, de sus familiares.
Cuando volvía, el reencuentro familiar y de amigos llenaban ese vacío que hasta la actualidad siente. Además frecuentaba lugares a los que le gustaba ir, pero que ahora escapan de su memoria.
Trabajó por varios años, después de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en Casa Bolsa Inverlat donde se especializó en transacciones de compra-venta entre empresas mexicanas y americanas.
El fútbol y la equitación, sus aficiones desde que era adolescente, quedaron rezagadas, pues el tiempo lo invertía en trabajar. “Siempre tuve interés por los negocios, eso lo tenía claro, siempre me gustó emprender”.
A México
En el 2000, en el arranque de los negocios de internet, fundó con su socio mexicano, Carlos Palomino, aCambio.com (B2B), una empresa que con el tiempo se convertiría en líder en el mercado de trueques en línea en México.
“El negocio lo mantenemos hasta ahora, no tuvo el éxito que esperábamos, pero fue la primera empresa que creamos on line, de internet. Siempre he tenido la inquietud de emprender y buscar nuevas actividades”.
Poco a poco su visión financiera se direccionó también hacia la educación, como parte fundamental en el desarrollo de un país, y en la generación de la movilidad social.
Entonces, junto con un grupo de amigos y socios, decidieron apoyar el proyecto de la Universidad Univer Milenium del Estado de México S.C., que ya tenía casi tres años de fundada.
Para cumplir con su objetivo tuvo que fijar su residencia en el país azteca, al cual, gratamente, desde el primer día lo relacionó con Ecuador.
“Sentí que llegaba a mi país, había mucha similitud en la gente, el idioma, la cultura. Luego me regresé a vivir a Nueva York (por trabajo) y finalmente volví a laborar a México en la banca local”.
Una de las cosas que más le llama la atención del mexicano, es el orgullo que siente al decir de dónde es.
En la Univer Milenium, que tiene 15 años de fundada, lleva desempeñándose nueve años como rector. Este plantel, que se inició con 150 alumnos, actualmente alberga a 15.000. Más una Escuela de Negocios en España que tiene 4.000 estudiantes. “Tuvimos un gran acierto”.
Después de estar 24 años radicado en México, con cierta frecuencia contempla la posibilidad de vivir nuevamente en Ecuador.
“Es un país agradable para vivir, tengo todos mis recuerdos, familia, amigos; es algo que siempre le pasa por la cabeza a cualquier ecuatoriano que vive afuera”.
Bañado de esa añoranza por su país, destaca que le gusta Guayaquil, “que es una ciudad nueva”; sin dejar de lado Salinas (Santa Elena) y, de la Sierra, Cotopaxi.
Menciona que en México extraña la calidad de la gente de Ecuador, los nexos familiares, los amigos, compañeros del Javier, de quienes guarda gratos recuerdos.
Las redes sociales ayudan mucho, pues quienes lo recuerdan lo contactan por Facebook, “y me voy acordando de ellos, de anécdotas e historias y eso me llena de un tinte nostálgico”.
Una visita para agradecer
Agustín Albán viene al país tres o cuatro veces al año. Es así que el pasado 15 de enero, su viaje a Quito tuvo un objetivo específico: agradecer personalmente al presidente Lenín Moreno, el que lo haya considerado para formar parte de la terna para escoger al vicepresidente.
Recuerda que a inicios de diciembre del año pasado, de la oficina del Jefe de Estado lo contactaron y le dijeron que si tenía su currículo listo.
“En veinte añosnunca he hecho un currículo porque no he pedido empleo. Tuve que ponerme a hacer uno”.
El Primer Mandatario lo recibió la semana anterior en el Palacio de Gobierno.
La visita fue breve por la agenda del Presidente, pero allí también conoció a Otto Sonenholzner, el vicepresidente actual.
“Me pareció un joven muy dedicado, con muchísimo futuro e ideal para el cargo”.
Con él conversaron sobre educación y quedaron temas pendientes que los retomarán apenas haya oportunidad.
“Hablamos del sector educativo para ver de qué manera puedo aportar al desarrollo de la educación en el país”, detalla.
Sus caballos
Una de las aficiones que retoma cuando tiene la oportunidad es la equitación. “Monto poco cuando puedo, pero desgraciadamente no tengo el tiempo que la actividad requiere”.
Tuvo muchos caballos, pero de estos recuerda a “Pampero”, que se lo regaló su abuelo paterno, el coronel Agustín Albán.
“Montaba en la Policía, en Guayaquil, hace muchísimos años y en el Country Club”.
De su abuelo materno, el Dr. Teodoro Maldonado Carbo, dice que no tuvo la oportunidad de conocerlo pues falleció antes de que él naciera. Sin embargo, su madre, Isabel Maldonado, fue la encargada de contarle cómo fue y lo que hizo por ellos y por el país.
Tiene un hermano mellizo y uno menor, Guillermo Albán, el torero. Además de dos hermanas mayores del primer compromiso de su padre.
También es padre de tres hijos: un varón de 20 años y dos niñas de 18 y 14 años.
No tiene complicaciones con la música pues dice que escucha de todo, dependiendo del ánimo.
En cuanto a la lectura prefiere la latinoamericana y cita como uno de sus autores preferidos a Mario Vargas Llosa. “Lo leí desde muy joven y me causó una impresión brutal, pero indudablemente García Márquez es impresionante”.
Confiesa que el hecho de vivir tantos años en México ha hecho que tenga un poco ese acento, pero que cuando regresa de Ecuador, de retorno lleva el acento de acá (se ríe). “Vivimos en un mundo global donde se te van pegando cositas de todos”.
Una de las lecciones de vida que le dejó su abuelo fue la devoción al país, el amor a la familia y al deporte.(I)