Activistas organizan festejo navideño y entregan regalos a niños cuyos padres están en prisión en EE.UU.
Estados Unidos tiene la mayor población carcelaria del mundo, y se calcula que uno de cada 50 niños estadounidenses tiene a uno de sus progenitores en prisión. Con motivo de la Navidad, una organización anualmente lleva a cabo una iniciativa, que tiene como objetivo llevar algo de alegría navideña a los reos y a sus hijos.
La ONG Prison Fellowship, fundada en los años 1980 en Maryland, hace de intermediaria entre los padres encarcelados, quienes dicen qué les gustaría regalar a sus hijos, y los pequeños, que los reciben gracias a la ayuda de iglesias y voluntarios. Esa organización trabaja con medio centenar de activistas, que organizan una fiesta navideña para un centenar de menores con al menos uno de sus padres en prisión.
La mitad de los presos constituían la principal fuente de apoyo económico para sus hijos antes de ser encarcelados. Según el Instituto Nacional de Justicia, los impactos del encarcelamiento de los padres en los niños pueden conllevar estrés psicológico, comportamiento antisocial, expulsión de la escuela, dificultades económicas e incluso futura actividad delictiva. Es por eso que actividades como las de Prison Fellowship son tan importantes.
Millones de niños beneficiados
«Creo que es especial por muchas razones. No puedo imaginar lo difícil que es para los niños no poder estar con sus padres estos días. Entonces, es importante hacerles saber que todavía son cuidados, amados y que hay quienes piensan en ellos. Incluso aunque sus padres no puedan estar físicamente con ellos, están en espíritu», relata la coordinadora del evento, Tracy Whetzel.
Tras un pequeño regalo de bienvenida, a los menores les sirven comida y dulces, en el marco del programa ‘Angel Tree’ con más de dos horas de entretenimiento para unos pequeños acostumbrados a una vida muy difícil. «Desde que comenzó en 1984, más de 12 millones de niños en todo el país en los 50 estados se han beneficiado de estar en el programa Angel Tree. Hoy vamos a ver a unos 110 niños irse a sus casas con regalos de Navidad», comentó Jim Forbes, director de comunicaciones de Prison Fellowship.
«El mejor regalo que puedo recibir»
Aunque se estima que más de la mitad de los padres que están cumpliendo condena lo hacen por delitos no violentos, es muy común que el encarcelamiento suponga no volver a interactuar con sus hijos. De media, los reos de prisiones estatales están a más de 160 kilómetros de sus casas y en el caso de las federales, a más de 800. La distancia de las instalaciones penitenciarias, entre otras barreras, hace que las visitas en persona sean difíciles o incluso imposibles. En muchos casos, estos regalos de Navidad son la mayor muestra de cariño que pueden darles.
«Es una bendición, es el mejor regalo que puedo recibir. Ver a todos estos niños vulnerables que no tienen a sus padres con ellos, ver como se iluminan sus caras al saber que son amados por sus padres y otras personas ahí afuera que ni siquiera conocen», dijo Frank Chillcoat, un voluntario del programa benéfico.
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