¿A las puertas de una salida ‘trumpista’ en Brasil? Las claves del dislate de Bolsonaro contra los Poderes Públicos
Cuando el tiempo se achica para las elecciones de 2022, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pisa el acelerador y quiere dejar atrás el impacto ‘gripecinha’ que le costó la vida de más de 580.000 brasileños: convoca grandes manifestaciones, organiza desfiles militares frente al Palacio de Gobierno y arremete contra la institucionalidad judicial y electoral del país.
Bolsonaro ha declarado que su futuro solo tiene tres opciones: «la cárcel, la muerte o la victoria». Para un militar que es presidente, esta palabra es un anuncio de que vendrá pelea y que no permitirá que le saquen del cargo ni por elecciones ni por juicio político.
La estrategia parece ser muy clara: repetir el manual del ‘trumpismo’ para desconocer las instituciones liberales durante el desenlace electoral. Es el clímax del populismo de derecha, tal como se ha instaurado en Brasil desde la anterior campaña presidencial.
El ‘bolsonarismo’ comienza a preparar todos sus pertrechos para ir ‘a por todas’ durante el evento electoral o en alguna coyuntura anterior que le amenace.
Bolsonaro dice abiertamente que el sistema electoral brasileño no es confiable y, por alguna razón, él es el ungido para seguir representando al pueblo brasileño más allá de un hipotético resultado en contra.
Su postura rememora a la que tomó infructuosamente el presidente Donald Trump en enero de 2021. La diferencia es que Brasil no es EE.UU.
Un repaso a la historia reciente
Las Fuerzas Armadas brasileñas han provocado salidas militares a lo largo de su historia, al menos hasta la década de los 80 del siglo XX. La última vez que el Ejército presionó de manera abierta fue cuando ocurrió la renuncia de Fernando Collor de Mello, en 1992.
Si bien tiene un cuadro complejo, como lo tenía Trump en su momento, Bolsonaro está planeando una salida propiamente militar, una vez que se le van cerrado los escenarios electorales, judiciales y políticos.
Posteriormente, las Fuerzas Armadas convivieron con los años de izquierdismo, en los períodos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Pese a la fuerte oposición, no fueron partícipes de situaciones de fuerza en la alta política.
Pero desde que Bolsonaro llegó al poder, se ha producido un campo de interpelación desde su figura hacia los militares y las fuerzas conservadoras, invocando la doctrina anticomunista clásica e invitándolos a ser la columna vertebral de su gobierno.
Así que, si bien tiene un cuadro complejo, como lo tenía Trump en su momento, Bolsonaro está planeando una salida propiamente militar, una vez que se le van cerrado los escenarios electorales, judiciales y políticos. ¿Podrá lograrlo?
Una situación compleja
A Bolsonaro se le está haciendo el tiempo corto. Desde que ganó las presidenciales, se ha autopercibido como el ungido para perpetuarse en el poder. Esa imagen se ha respaldado en la victoria que obtuvo en las primera vuelta y en el balotaje, cuando un 55 % de los votos le dio el triunfo frente al izquierdista Fernando Haddad, delfín político de Lula.
Pero entre muchas situaciones políticas y una economía estancada, llegó la pandemia. Un año y medio después, la crisis sanitaria se ha traducido en la muerte de 580.000 personas en Brasil.
La fatal gestión de Bolsonaro al frente de esa crisis, que emuló la postura trumpista de desconocer la gravedad de la situación y mofarse del discurso sanitario, agravó su popularidad, y ahora, cuando apenas se visualiza una mejoría, se encuentra con que su mandato entra en la recta final y está fuertemente amenazado.
Ante todo, se siente intimidado por el expresidente Lula da Silva, quien puede terminar siendo el candidato de consenso tanto de la izquierda como de la centroderecha en las presidenciales que se celebrarán en 2022. Varias encuestadoras, como el instituto Ipec, dan la victoria a Lula, que casi dobla a Bolsonaro en intención de voto.
Por ello, el presidente considera que el sistema electoral brasileño, con el que ganó hace tres años, ya no es fiable. Así que trató de reformarlo, pero el Congreso se lo impidió recientemente. Además, en su pelea contra algunos jueces, ha dicho que no obedecerá las decisiones del Supremo Tribunal Federal.
Por otro lado, el vicepresidente y general brasileño, Hamilton Mourao, ha mostrado abiertos desencuentros con Bolsonaro a lo largo de su gestión conjunta. En diciembre, renunció el alto mando militar por desavenencias sobre los nombramientos. No parece haber unidad de criterios en torno a su mandato entre la jerarquía militar.
Lo que sí parece, por ahora, es que todos van contra Bolsonaro, tanto el ‘establishment’ centroderechista como la izquierda electoral, por lo que a su proyecto solo le queda una sola carta bajo la manga, y es la militar.
Con sus discursos y últimas manifestaciones, Bolsonaro está confirmando que va a jugarse esa carta, que va a desconocer o bien una sentencia judicial o bien un resultado electoral, pero que permanecerá en el poder. Eso solo lo puede lograr con la venia de los militares.
¿Es posible un golpe de Estado en Brasil?
En EE.UU. el desconocimiento de Trump hacia el resultado electoral terminó en eventos realmente ridículos, como la toma del Congreso, y fue finalmente desplazado por la institucionalidad sin mayores escaramuzas.
En Brasil podría pasar algo similar, pero también el escenario de la vuelta de los militares puede emerger en una situación económica e institucional muy compleja. Y al menos es eso lo que invita a pensar Bolsonaro con sus últimos discursos altisonantes.
Por los momentos es un ‘mono con hojilla’ dispuesto a hacer daño y si consigue el respaldo de algún sector del Ejército, puede lanzarse a una aventura, más o menos ridícula en comparación con la de Trump, pero realizada en un terreno mucho más explosivo, como lo es el Brasil postpandémico.
Si el destino lo permite, en octubre de 2022 se prefigura un choque de trenes entre Lula y Bolsonaro en la que será la elección más controvertida de la democracia brasileña.
Siempre hay que advertir que su derrota en el escenario electoral está lejos de ser comprobada. Lo de su bajo respaldo en las encuestas no necesariamente es algo concluyente. Lo mismo se decía de Trump y terminó sacando 10 millones de votos más que en su primera elección, gracias a su discurso de interpelación a las mayorías pobres, donde Bolsonaro trata de mantener el basto terreno que le ganó al ‘lulismo’ en 2018.
Los discursos contrarios a la cuarentena y el distanciamiento social pueden convertirse en un sentimiento popular. Y en sus peores momentos de 2020, cuando arreciaba la pandemia, Bolsonaro aún subía o se mantenía en las encuestas.
De esta manera, y si el destino lo permite, en octubre de 2022 se prefigura un choque de trenes entre Lula y Bolsonaro en la que será la elección más controvertida de la democracia brasileña.
Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.